“Antes de ofrecer debemos detenernos, pero después de haber ofrecido, cumplirloâ€.
Séneca
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El domingo fue electo el nuevo Presidente de la República, quien va a encontrar un Estado totalmente en crisis en todos los aspectos, tanto social, como económica y financieramente, por lo que no puede ser un motivo de fiesta, aunque sí una satisfacción personal, porque el reto no es fácil, ya que la población espera resultados demasiado rápidos, y la cosa pública es bastante lenta, el reacomodo de los nuevos funcionarios, parte del desafío; no es lo mismo dirigir un partido que el Ejecutivo, y nadie tiene esa experiencia, esa se adquiere en el camino, por lo que creo, sinceramente, que la euforia debe ser momentánea, e iniciar la ejecución, aun sin haber tomado posesión.
Felicito a Otto Pérez Molina y a Roxana Baldetti por haber logrado un sueño acariciado, pero ese sueño puede estar plagado de espinas, dependiendo de la forma en que se conduzcan como operadores de los proyectos del Ejecutivo. Los ofrecimientos, como los han hecho todos durante nuestra incipiente era “democráticaâ€, fueron demasiados, prometiendo infinidad de soluciones para los múltiples problemas que afronta la población; a partir del 14 de enero tocará empezar a cumplirlos, como le hubiera tocado a Manuel Baldizón. En el caso de Pérez Molina, centró su principal propuesta en la seguridad, ya que la delincuencia es uno de los flagelos más grandes de nuestra sociedad; no existe familia que no haya sufrido, desde el robo de un celular, hasta la muerte de uno o más seres queridos. Su propuesta de seguridad, aunque no fue discutida ampliamente, es su principal bastión, por el que ganó las elecciones. Asimismo, realizó otras promesas de campaña en el transcurso de la contienda, que deberá poner en práctica, como la creación del Ministerio de Desarrollo Social, el que deberá poder hacer una realidad.
En este momento es el Presidente electo de todas y todos los guatemaltecos, y aunque algunos medios de comunicación, así como funcionarios públicos abiertamente le dieron su apoyo incondicional, los mismos no podrán cerrar los ojos (en el caso de los medios de comunicación) ante la solución a los problemas que como personas les tocará vivir. El ejercer el poder por diversos medios no es eterno, es un suspiro en la vida, y esta se pasa como el mismo suspiro, por lo que si como lo dice el tango “Veinte años no es nada†cuatro lo son menos, y no se puede desviar la mirada, porque el precio es muy alto.
El marketing ya pasó, el circo también, hoy está la cruda realidad, y el país no soporta más otro desencanto, por lo que sí hemos venido en decadencia con los diversos presidentes y vicepresidentes, la población no puede soportar ya otro peor que el anterior. Desde Vinicio Cerezo hemos vivido un fenómeno, no solo interesante sino que doloroso, cada presidente es peor que el anterior, y la desmotivación afecta más a los guatemaltecos, por lo que ganar la presidencia no es ya un cheque en blanco: tiene escritas no cantidades, sino que calidades, y estas son las promesas de campaña, que se van convirtiendo con el tiempo en un contrato social entre la población y quienes momentáneamente ejercen el poder, porque esa es, a ciencia de la Política, el ejercicio del poder, pero el poder proviene del pueblo, quien designa a ciudadanos para que ejecuten y hagan posible la máxima ambición de una sociedad, “El Bien Comúnâ€, el que hasta el momento no ha sido más que una utopía, pero Juan y María Pueblo ya no pueden seguir viviendo de utopías, por lo que ganar no es sinónimo de triunfo, ya que además de las múltiples facturas políticas que se deben pagar, la masa cada día será menos tolerante, y la seguridad no se alcanzará ni con limpieza social, ni con acciones de contrainsurgencia, porque esos tiempos son parte de un pasado, que si bien no podemos olvidar, es momento de darle vuelta a la página. ¿Cómo piensa enfrentar tanta inseguridad? Es una pregunta que solamente él y su equipo de gobierno pueden contestar, pero matando gente indiscriminadamente no será, debe ser atacando los cimientos de la enfermedad, de no ser así la enfermedad seguirá allí.
Los defensores de Derechos Humanos deben ser respetados y valorados en un gobierno de corte militar como el que nos espera vivir cuatro años después del 14 de enero del 2012, año por demás simbólico dentro de la cultura maya. Los retos son grandes, el tiempo muy corto, pero con voluntad se pueden sentar las bases del cambio; si esa voluntad no existe serán 4 años más perdidos.
De la pasada contienda, entre ataques personales, campañas negras nunca antes vividas en esa magnitud, así como falta de debates de altura (parte de nuestro subdesarrollo), un sabor amargo queda en la boca, la descomposición del TSE, no en sus bases, que son funcionarios con mística y reconocido prestigio, en sus miembros titulares, que fueron abiertamente todo lo contrario a lo que se esperaba, cito como ejemplo el hecho que la Presidenta del mismo se presentara a mediodía del 6 de noviembre, a una conferencia de prensa, con un vestido color naranja; no es que el color no se pueda utilizar, es el mensaje subliminal que ella envió sobre sus preferencias políticas, lo que con el respeto que me merece, la puso en evidencia. La política en sí no es mala, y el ser humano es un animal político, pero desde que se ejerce una función pública como la de ella, se debe actuar imparcialmente, y aunque existan inclinaciones hacia alguien en particular, es cuando más se debe cuidar, separar a la persona del funcionario. No cabe duda que el pasado proceso dará mucho que hablar por bastante tiempo, porque fue atípico desde su inicio, incluyendo un divorcio para optar a un cargo público, dos hermanas en diferentes equipos, una mayor parte de la prensa que si tuviera que rendir cuentas, como está de moda, tendría un enorme déficit por falta de objetividad y excesiva parcialidad; en fin, que pasamos a una nueva etapa, esperamos no sangrienta y de vendettas, porque este pueblo ya no puede más. ¿QUí‰ CREE USTED, AMIGO LECTOR?