Para algunos, el futuro inmediato está relacionado con el dilema que ronda la cabeza del Presidente de la República en estos momentos, respecto a si debe aceptar la renuncia del ministro de Gobernación, Carlos Vielmann o si lo debe confirmar en el puesto de acuerdo con lo que plantean los empresarios que se identifican plenamente con las políticas de seguridad impulsadas por quien ha sido responsable del ministerio en los últimos años.
La verdad es que el problema no estriba en el nombre del titular del Ministerio de Gobernación, sino en la visión que se tenga de cómo actuar frente al desafío que plantea la crisis actual. Y en ese sentido también el Presidente tiene un dilema profundo, porque por un lado puede, con Vielmann o con alguien más, continuar con las estrategias vigentes o admitir que la situación ha escapado al control y que urge una revisión de fondo para cambiar de rumbo. En cualquiera de los dos escenarios el relevo ministerial tendría poca relevancia porque, repetimos, lo determinante será cuál es la decisión del mandatario respecto a las políticas de seguridad vigentes a la fecha.
Tenemos la impresión de que tanto el Presidente como el Ministro sienten que han actuado correctamente, que los esfuerzos realizados son los apropiados para enfrentar el problema de la criminalidad y que el caso de los diputados salvadoreños es una especie de «infortunio». Ambos tienen fe ciega en el comportamiento de sus cuadros policiales y reniegan, a pesar de las evidencias, de la posibilidad de una política que alienta la limpieza social.
En esa perspectiva, muy difícil será que el presidente Berger tome decisiones que se orienten a iniciar el proceso de transformación de las fuerzas de seguridad porque no se observa disposición a reconocer la gravedad del problema ni el imparable efecto adverso que tiene la tolerancia (para decir lo menos) respecto a la existencia de estructuras que puedan operar en forma paralela para «administrar justicia» en forma por demás expedita.
No creemos que el tema central del debate hoy deba ser la continuidad de Carlos Vielmann al frente el Ministerio de Gobernación. Nos debemos centrar en la continuidad o no de las políticas vigentes hasta la fecha y que, evidentemente, merecen el aplauso de importantes e influyentes sectores que se sienten cómodos con el proceder de la PNC. Políticas que también despiertan severas críticas en otros sectores que ven en el comportamiento de las fuerzas de seguridad una inclinación a contener el crimen sin darle participación a las estructuras de justicia, quizás convencidos de que las mismas no funcionan.
Y en este momento la decisión final tendrá que ser tomada por el Presidente y va más allá de si Vielmann sigue o se va del puesto. La decisión tiene que ver con la madurez del mandatario para aceptar que se saltaron las trancas en el combate al crimen.