Seguramente que si usted desea bajar el costo del sostenimiento de su hogar debido a que los recursos financieros se han visto mermados, por cualquier razón que sea, lo primero que tendrá que hacer aplicando la elemental lógica es hablar con su esposa y de ser posible con sus hijos, para convencerlos de que deben eliminar cualquier gasto que se considere como superfluo, es decir que sin perjudicar seriamente el nivel de vida que han venido teniendo desde que se casaron, se reduzcan costos hasta nivelarlos y mejor todavía, si fuera posible lograr un superávit para tenerlo de reserva para cualquier eventualidad.
No es cuestión de ideologías entonces. Doy por hecho que no le va a responder su mujercita que está actuando de esa manera por su formación neoliberal o algo por estilo. No, es que es elemental lo que han hecho muchísimos gobernantes y que consta a todos que les ha dado magníficos resultados, también lo está haciendo el nuevo presidente de Costa Rica, Luis Guillermo Solís, quien al llegar al cargo se encontró un gran déficit fiscal, auto fijándose como objetivo recortar unos 77 millones de dólares anuales.
Entre otras medidas, los ticos nos están poniendo de nuevo otro buen ejemplo. Decidieron congelar el 85% de las plazas vacantes, como también dispusieron reducir en 20% los gastos operativos de las instituciones estatales. También estipularon que los ministros, viceministros, presidentes ejecutivos, gerentes y subgerentes del sector público debieran olvidarse de incrementos salariales. Tampoco, dice la disposición, podrán crear plazas nuevas, salvo en aquellos casos en que sea indispensable hacerlo por las necesidades del servicio.
Algo que cae por su propio peso, es la prohibición para los encopetados funcionarios para adquirir nuevos vehículos, ni substituir los que tengan asignados, salvo por pérdida total o aquellas unidades destinadas a emergencias y para la seguridad ciudadana. Buenas ideas ¿no les parece? Como también la que tuvieron para revisar todos los contratos de arrendamiento de inmuebles o equipo.
Pero hay algo más que me impulsó a levantarme de mi escritorio y ponerme a aplaudir frenéticamente, cuando me enteré que el nuevo gobernante dispuso prohibir que fueran a escribir su nombre, de ninguna manera, en cualquier parte de la obra pública que se construya, repare o acondicione, mucho menos que vayan a colocar su fotografía o la de cualquier otro funcionario para la “veneración” en las oficinas de los servidores públicos. Es menester pensar que ya es hora de recuperar los valores y principios de nuestros ancestros, especialmente eliminar el repulsivo culebrismo, chaqueterismo y al sobalevas. ¿No cree usted estimado lector que es tiempo de empezar a cambiar?