Para un funcionario público lo más fácil y práctico es encerrarse entre cuatro paredes, ponerse algodones en los oídos y negarse rotundamente a dialogar con aquellos ciudadanos que viendo afectados sus intereses, reclaman el empleo de actitudes violentas, demostrando al menos una mínima intención por lograr mejores relaciones humanas. Esa manera empírica de administrar, podrá haber sido aplicada allá por los años treintas del siglo pasado pero ahora resulta un total contrasentido.
Digo lo anterior, porque cuando me enteré de la abrupta respuesta que diera el alcalde capitalino a una acertada sugerencia de un experto del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN) para que las municipalidades faciliten las condiciones para trabajar a los grupos informales de cada región, a cambio de que éstos se comprometan a cuidar el entorno urbano, no pude dejar de menear la cabeza en sentido negativo ante la miopía y falta de entendimiento de nuestras autoridades de la realidad nacional. Las cifras no mienten. Hay claras evidencias de vivir una cada vez más espantosa crisis económica y social en Guatemala. Podrá parecernos increíble que hayamos llegado a tener el ochenta por ciento de la población económicamente activa de Guatemala trabajando en el sector informal y que, dado el incremento del flujo de guatemaltecos deportados, como las cada vez más alarmantes señales recesivas, la situación pueda irse agravando más cuando creímos hace rato haber llegado al fondo del tonel. Pero esa es la realidad.
Los municipios entonces no pueden seguir de brazos cruzados o tomando arrebatadas medidas parciales, como esa de haber ido a sacar a palos a los vendedores ambulantes de los alrededores del Hospital Roosevelt, sabiendo de sobra que el caos imperante había venido siendo consentido por la misma municipalidad, hasta llegar a cobrarles «derechos de piso» a quienes ahora están siendo tratados como delincuentes. ¿Es que lo mismo no existe en los alrededores del Hospital San Juan de Dios; a lo largo de la sexta avenida y en cuanta concurrida esquina o parada de autobuses haya en la ciudad capital? ¿No?, de ahí es que comparta la idea de que es tiempo de sentarse a estudiar, analizar y discutir planes para que el sector informal pueda superarse, de manera enérgica y disciplinada si se quiere, pero sin alejarse de la realidad que existe desde hace tanto tiempo de vivir a tres menos cuartillo.
Por otra parte, a todos consta que para un comerciante informal sigue siendo muy costoso y dificultoso pasarse a la formalidad y a pesar de que tanto se dice de estar aliviando los trámites, estas son las horas que para cualquiera se le hace cuesta arriba estar dentro de completa legalidad. De ahí que preguntemos ¿Cuándo será el día que los funcionarios se pongan en los zapatos del contribuyente y no sólo lo hagan cuando están arrastrándose por la calle pidiendo votos?