No debemos claudicar en el próximo perí­odo


Cuando usted lea el ejemplar de La Hora de hoy, en horas de la tarde o a inicios de la noche, quedarán pocas horas, para que los ciudadanos/as que participarán en las elecciones de la segunda ronda, decidan con su voto apañar al futuro presidente de la República durante los próximos cuatro años.

Eduardo Villatoro

Las perspectivas no son las más halagadoras. Los dos candidatos finalistas no tienen el poder de convencimiento, ni la capacidad o vocación de servir al pueblo. Nos encontramos ante una encrucijada, como probablemente nunca habí­a ocurrido en los anales patrios.

Por una parte, se presenta un candidato civil. Un tecnócrata, más que polí­tico, que en dos ocasiones anteriores ya ha sido derrotado en las urnas. Eso no es nada extraordinario, y si vuelve a ser vencido electoralmente, tampoco serí­a su funeral polí­tico. En otros paí­ses, candidatos que fracasaron en más de una oportunidad, lo intentaron de nuevo, y, de esa cuenta, por ejemplo, el presidente Lula da Silva de Brasil, quien fue reelegido para un segundo perí­odo, previamente perdió en cuatro oportunidades.

En el caso del candidato presidencial ílvaro Colom, quien quedó en tercer lugar la primera vez que participó en una contienda electoral, en 1999, fue ascendiendo paulatinamente, porque en las elecciones de 2003 arribó al segundo puesto, sólo superado por el hoy presidente í“scar Berger.

Sin embargo, podrí­a ocurrir que si Colom no logra la victoria en las elecciones de mañana domingo, desista de sus ambiciones presidenciales; para darle paso a su mujer, la académica y empresaria Sandra Torres, quien cuenta con las aptitudes y fortalezas suficientes, para encabezar la plataforma de la UNE en 2011, aunque también, tomando en consideración el machismo de la sociedad guatemalteca y la suciedad imperante en las campañas de desprestigio y descalificación, tendrí­a que hacer un doble esfuerzo si su marido se retira de la arena electoral y ella decide tomar su lugar.

En lo que respecta al candidato del Partido Patriota, si en dado caso es el derrotado, no habrá terminado su carrera polí­tica, porque es relativamente joven, aunque con ideas anquilosadas, y siendo ésta su primera incursión en la lid por la Presidencia de la República, además de basarse en una organización polí­tica sumamente disciplinada, no le será difí­cil que sea postulado nuevamente dentro de cuatro años.

Otto Pérez Molina es un militar que combatió a la insurgencia, durante la guerra interna, además de que desempeñó altos cargos administrativos en el Ejército y, adicionalmente, fue alumno sobresaliente de la tenebrosa Escuela de las Américas, centro castrense de Estados Unidos donde se formaron varios de los más sanguinarios militares que gobernaron directa o indirectamente paí­ses latinoamericanos

Sin embargo, aunque Colom y Pérez puedan repetir de candidatos en 2011, según sea quien resulte victorioso ?para decirlo de alguna manera? en las votaciones de mañana domingo, confí­o en que durante los próximos años surjan figuras o movimientos polí­ticos ajenos totalmente al pasado oprobioso, tanto en el aspecto militar represivo, como en el área de la corrupción y el crimen incrustado en las entrañas del Estado.

Es mucho tiempo ya de vivir bajo el manto de la impunidad y de la represión, como para que los guatemaltecos toleremos, después del próximo gobierno, que se prolongue el oscuro perí­odo de explotación a los más débiles, de saquear los dineros del erario y de seguir privilegiando a la egoí­sta plutocracia que cada vez se enriquece más, al amparo de una democracia que sólo cobija a los poderosos.

Tendremos que esperar otros cuatros años, salvo que se rompa abruptamente con un sistema corrompido, malvado y perverso.

Mientras tanto, yo propongo a los pocos lectores de esta columna, que se sienten desilusionados porque votan, pero no eligen, y que prefieren no acudir a las urnas o votar en blanco, que escriban en la papeleta, como un acto de desobediencia civil, el nombre de Romualdo Tishudo, candidato extemporáneo y apartado de la maldad, el engaño y la rapacidad de los polí­ticos sedientos de poder y de la riqueza mal habida.

(Definición de elecciones presidenciales, según Romualdo: Es cuando el pueblo decide quién le va a robar, mentir y engañar durante los próximos cuatro años).