No dan cambio


O sea el vuelto, así­ sean pocas monedas. El censurable proceder afecta los intereses del público. Representa un trinquete, acaso disimulado, pero no puede darse otro nombre a tamaña marufia que gana terreno como muchas cosas en nuestro medio anegado de dificultades.

Juan de Dios Rojas
jddrojas@yahoo.com

En el transporte urbano por ejemplo, constituye práctica corriente, sobre todo domingos y dí­as de asueto. Tanto el piloto como los ayudantes prometen hacerlo efectivo más adelante. Pero la odisea de salir entre el mar de usuarios no permite que sea realidad el ofrecimiento.

Vemos que la honestidad, integridad y el respeto pasaron a la historia, sin dejar una leve señal entre la jungla citadina. Los derroteros se dirigen a todo vapor hacia el abismo devorador de los usos y costumbres procedentes de la buena formación personal, que antes eran visibles.

Inclusive escala posiciones más elevadas, situación de verdad alarmante. Con frecuencia pasó a ser usual en las ventanillas del sistema bancario, aunque cueste a usted, o no, creerlo. Sin embargo, encuentra seguidores aventajados, debido al hecho que con todo aguantamos.

En una operación de redondeo el encargado entrega varias monedas juntas, empero incompleta la suma que a cada uno pertenece, atenidos repito a que el faltante no será objeto de reclamo legí­timo. Las pequeñas sumas durante el dí­a crecen más y más, al timar al usuario confiado y baboso.

No son la excepción las cadenas de supermercados abundantes en la actualidad. También la persona que atiende la caja, pese a utilizar sistema computarizado, al final el aludido cambio o vuelto lo dan incompleto. Consecuencia del consumismo, callan por no darse color de pichicatos.

Los mercados cantonales o municipales desde hace años atrás manejan este truco viejo de la historia. En medio del bullicio de los mercados extendidos a las calles, junto al desesperante ambiente, los vendedores hacen su agosto a tiempo de quedarse con el vuelto. No son pequeñeces, veámoslo bien.