No cerremos los ojos


El 2008 presenta la oportunidad de reeditar el máximo evento deportivo, los Juegos Olí­mpicos, lo cual sirve para que el deporte se haga una evaluación general de parte de cada paí­s en torno al tema.


Paí­ses como Estados Unidos, Alemania, Cuba o China, procuran destacar lo mejor posible en las Olimpiadas, lo cual simboliza una buena evolución social y su alto grado de civilización. Por tal razón, los paí­ses se esfuerzan tanto en tener una buena cosecha de medallas en estas justas.

Aunque Guatemala nunca haya ganado una presea olí­mpica, también es justo que se haga la evaluación. Sin embargo, por lo que se presenta hasta el momento, se observa que los resultados son pobres.

El número de atletas que asistirán a Pekí­n tal vez llegue a contarse sólo con los dedos de las manos. Deportes con los cuales hemos destacado, como el tae kwon do, no llevarán ningún competidos de preseas. Y, aunque pudiéramos equivocarnos, no se ve por ningún lado por dónde podrí­a obtenerse una medalla.

Más que esperanzas de un triunfo, el deporte guatemalteco se encuentra hoy sumido en dudas en cuanto al manejo de sus finanzas, lo cual no es un tema nuevo, pero que, ante el anuncio de la Contralorí­a General de Cuentas de revisar los estados de cuenta de la CDAG, hacen sonar más fuerte esta añeja preocupación.

Será pues la Contralorí­a la que exprese si encuentra o no anomalí­as en la CDAG y algunas federaciones intervenidas. Sin embargo, el panorama es desolador, ya que ante los supuestos problemas financieros y las pocas probabilidades de una medalla en Pekí­n, la evaluación que se hace cada cuatro años en los Juegos Olí­mpicos debe ser, de nuevo, escrita con lapicero rojo.

El deporte, cada vez más, se rige por términos de dinero y se olvidan los aspectos eminentemente deportivos; aunque se lograse ganar una medalla en Pekí­n, no deberí­amos cerrar los ojos ante los evidentes problemas del deporte federado en Guatemala.