Se ha vuelto cantaleta de muchas instituciones públicas estarse poniendo “en alerta” sea porque las lluvias se incrementan, por los temblores que constantemente sacuden nuestro territorio o por tantos más accidentes de nuestra naturaleza. Disculpen que ahora sea yo quien vuelva con mi cantaleta de que no son suficientes tales alertas, por más colores atractivos que les pongan, mientras que las entidades del Estado continúen incumpliendo sus deberes y obligaciones al no tomar las medidas preventivas indispensables para evitar desgracias las que mayoritariamente afectan más a la población de escasos recursos.
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En el campo de la salud ahora la situación se ha complicado más con el anuncio del inminente ingreso al país de la fiebre “chikungunya” (su nombre proviene de una lengua que se habla en Tanzania, África, que significa enfermedad del hombre retorcido) que al igual que el dengue, provoca dolores articulares intensos, sarpullido, náuseas, fatiga, depresión, dolor de cabeza y fiebre arriba de los 39 grados centígrados, dolencias que pueden durar entre dos y doce días, provocadas por un virus transmitido por dos tipos de zancudos, que ya hicieron acto de presencia en El Salvador.
Al ver recientemente un noticiero televisado me llamó la atención escuchar a un funcionario del Ministerio de Salud propinándole tremenda regañada a los pobladores de lugares vecinos a las fronteras, calificándolos de descuidados o indolentes por no tapar los depósitos de agua; acumular basura en recipientes abiertos; evitar sitios que contienen agua estancada; no utilizar mallas o mosquiteros o no usar camisas de manga larga, como repelentes de zancudos. Por ello me pregunté: ¿ignora ese señor que nuestra gente pobre apenas llega a contar con una champa de adobe y techo de paja sin ninguno de los adminículos descritos, mucho menos disfrutar de mínimas comodidades o de vestuarios determinados?
No señores funcionarios públicos, disculpen, pero para prevenir accidentes o enfermedades lo primero que debieran hacer es poner los pies sobre la tierra, para que puedan entender que si desean proteger a nuestra gente habrá que educarla, formarla, orientarla y si es posible, llevarla de la mano hasta que hayan adquirido hábitos y costumbres que puedan servirles de vehículos para no enfermarse o sufrir accidentes. A lo anterior hay que agregar, que son indispensables las campañas divulgativas masivas, en vez de vivir mal utilizando esos fondos públicos que desde que asumieron el poder han sido desviados o malgastados en impulsar a determinado candidato presidencial o para montar escenarios que solo sirven para satisfacer su vanidad o para darle atol con el dedo a la población. Si se ponen a hacer números, podrán corroborar que es más económico prevenir que curar, cuidar y recuperar.