Viernes 18 de noviembre, la 1:30 de la madrugada aproximadamente, los residentes de uno de los condominios de la zona 13 se encuentran en un sueño profundo, entre ellos José Carlos Marroquín Pérez y su familia, José Carlos, un joven hasta hace poco periodista y columnista de este vespertino acaba de estrenarse en la actividad más riesgosa de este país, la política. Pero mientras las familias duermen, la tenebrosa estrategia del miedo de los años 70´s y 80´s hace de nuevo acto de presencia, el sonido de las ráfagas de metralla en el exterior interrumpe el sueño de decenas de personas que descansan confiadamente, por algunos segundos la confusión antecede al pánico, después un silencio sepulcral y luego los primeros en salir de sus viviendas se sorprenden al observar dos vehículos que aún arden en llamas, y que han quedado como coladeros. La destrucción de los vehículos de José Carlos Marroquín es un mensaje claro, es una advertencia a su participación política y a sus declaraciones, el miedo está de vuelta en
el país, ya no basta haber desterrado un pasado lleno de dictaduras, aunque la estrategia delineada en esta acción cuidadosamente elaborada que emerge desde las sombras con lujo de cobardía lleva el mismo fin, la confiscación de la libertad y la democracia.
Pero este es un mensaje que no va dirigido únicamente a él, es a toda la ciudadanía, es a todo ciudadano digno que se atreva a internarse en el mundo de la política expresando que este es un monopolio copado por las camarillas politiqueras y hoy, observamos que hasta por el gangsterismo.
Este acto de terrorismo político es un llamado de alerta sobre la amenaza latente que se cierne sobre la democracia y la ciudadanía guatemalteca, mucho se le ha achacado a la población por su apatía y por su falta de participación por influenciar la buena conducción del país, ya que la ausencia de la sociedad en las grandes decisiones estimula y fomenta la corrupción, la ineptitud y el subdesarrollo, y es donde las camarillas politiqueras tradicionales han aprovechado para hacer lo que les viene en gana. Por eso el llamado de alerta, porque el atentado no fue solamente en contra de un ciudadano honorable que hasta hace poco estuvo totalmente ajeno a toda política partidista, y que se atrevió, como pocos lo han hecho, a sumergirse en el estanque de la política criolla a quitar el tapón para que ya corra al drenaje esa agua sucia.
Hoy el presidente í“scar Berger tiene la palabra, tiene la palabra porque en él descansa la decisión para que en su administración no se dé un proceso electoral manchado por la sangre y la violencia, brindándole la garantía y protección a este joven político y a su familia, a alertar a las fuerzas de seguridad del país para evitar a toda costa que se repitan estos hechos, y a convocar a todos los políticos y partidos a efectuar en este año electoral un pacto de civismo, de respeto, de conciliación y a fomentar la convicción de que todos los que vivimos bajo este mismo cielo somos hermanos, es un esfuerzo que vale la pena hacerlo por nuestros hijos, por nuestra libertad y nuestra democracia.