Una de las quejas que se escuchan con más frecuencia en el área devastada por el terremoto es por la actitud de algunos comerciantes que están aprovechando el momento para encarecer los productos de primera necesidad, explotando así la necesidad de las víctimas para proveerse de lo esencial para su subsistencia. La especulación con los precios es siempre deleznable pero cuando ocurre en medio de una tragedia como la que estamos viviendo en Guatemala, merece sanciones muy fuertes de parte de las autoridades encargadas y para eso existe una dependencia del Ministerio de Economía encargada de proteger al consumidor.
De acuerdo con los criterios de la libertad económica, los comerciantes están actuando como se esperaría de ellos, puesto que al aumentar la demanda de productos y no existir garantía de abastecimiento y suministro, las leyes económicas indican que los precios de los productos tienen que subir justamente por esa situación. Pero todos sabemos que en poco tiempo fluirán productos y, salvo el acaparamiento que también es muy propio de estas circunstancias, no debiera existir motivo para justificar las alzas desmedidas que se están dando.
Es indiscutible que en circunstancias muy especiales, como cuando hay un desastre natural que afecta a tanta gente, tienen que dictarse medidas extraordinarias que permitan al Ministerio de Economía intervenir para castigar a los especuladores y a los acaparadores. No es posible que se permita que impunemente se sangre al pueblo de esa forma irresponsable y tenemos que aprender de lo ocurrido en 1976 cuando, efectivamente, el gobierno del general Laugerud no sólo manejó eficientemente el programa de emergencia y la reconstrucción, sino que se ocupó de proteger los intereses de la gente sancionando a los pocos comerciantes que se avorazaron en aquella oportunidad.
Ahora estamos en otras circunstancias porque se ha perdido el sentido de la solidaridad y de la compasión, quizá a fuerza de soportar tanta violencia y ser testigos de tanta muerte. El caso es que es indispensable demandar de los comercios de la región un comportamiento responsable para evitar tensiones que pueden llegar a ser muy peligrosas en medio de la desesperación, el dolor y el temor que causa un terremoto.
La presencia de los servidores públicos en el área del desastre es muy importante para que puedan ejercer autoridad para impedir los desmanes que puedan dañar a la comunidad en su conjunto. El liderazgo del Presidente tiene que ser ejercido en estos momentos para que prevalezca la calma y para que todo el pueblo se una, con verdadera solidaridad, en el esfuerzo por atender a las víctimas y emprender el proceso de la reconstrucción.
Minutero:
Aunque ya estemos hartos
de los abusos y excesos
siempre surgen los lagartos
que deberían parar presos