Ayer en la zona 11 se produjo uno de los tantos asaltos que afectan diariamente a los guatemaltecos y que a pesar de las fuerzas de tarea no se logran controlar ni disminuyen en la medida en que uno quisiera. Dos individuos en una moto quisieron despojar de su teléfono a una mujer que conducía un auto; a bordo de un picop iban varias personas que al ver el hecho, desenfundaron sus armas y dispararon certeramente contra los asaltantes.
El reporte oficial da cuenta de la muerte de un adulto y de un niño de 13 años, participantes de un asalto en el que estuvieron involucrados por lo menos los tripulantes de otras dos motos.
En primer lugar, es importante señalar que es extraordinario que se pueda abatir así a los asaltantes porque éstos generalmente gozan de protección de cómplices que desde distintos ángulos pueden atacar a quienes se defienden de una agresión. En este caso seguramente fueron varios los que actuaron en defensa de la mujer que estaba siendo robada y su actitud amilanó a los otros ladrones que se dedicaron a querer socorrer a sus cómplices caídos en acción.
Pero lo peor de todo es la participación del niño, es decir, un menor de edad inimputable no obstante que él también portaba un arma de fuego y que seguramente no hubiera vacilado en disparar si la conductora del vehículo opone resistencia. Mientras nuestros diputados descansan, esperando el fallo de la Corte Celestial, el país está urgido de una reforma al Código Civil para determinar la minoría de edad para asuntos penales, tomando en cuenta que cada vez son más jóvenes los que incurren en delitos a sabiendas de que no pueden ser perseguidos ni considerados como delincuentes sino simplemente como menores de edad de conducta irregular.
Es espantoso lo que estamos viviendo y ver que un hermano mayor fue posiblemente quien introdujo al niño a la banda de asaltantes, puesto que era de los que lo protegía desde otra moto y le acompañó al hospital, demuestra la gravedad de un serio problema en la sociedad que tenemos que atajar con firmeza y determinación. En este caso no se trata de niños o jóvenes que no saben lo que hacen, sino de personas maleadas, que se entrenan y perfeccionan en la carrera delictiva porque pueden gozar de la inmunidad que les ofrece la misma ley al establecer que no se les puede imputar por los delitos que cometen.
El Estado, no sólo el Gobierno, tiene que actuar frente a la criminalidad y adoptar las medidas necesarias para proteger al ciudadano. El concepto de la minoría de edad tiene que ser revisado legalmente con urgencia.
Minutero:
El tono que se utiliza
juega con la dignidad
la cual no se minimiza
buscando comodidad