«Ningún compromiso con los financistas»


Oscar-Clemente-Marroquin

Cada vez que se le pregunta a un candidato, a cualquier puesto de elección popular, de dónde saca dinero para su campaña, escamotea la información y afirma que no ha contraí­do ningún compromiso con sus financistas. Se trata de una reacción cajonera de todos los participantes, lo que nos llevarí­a a pensar que estamos llenos de filántropos, de acaudalados personajes y de millonarias empresas que están realmente muy preocupadas por el futuro del paí­s, al punto de que se desprenden de enormes sumas de dinero con la única y sagrada intención de respaldar al polí­tico que, según ellos, será garantí­a de eficiencia y honestidad para terminar con el tráfico de influencias que caracteriza el ejercicio del poder en Guatemala.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

 


Como dirí­a René Leiva, columnista de este diario, habrí­a que ser de la Asociación Nacional de Pendejos Declarados (ANPD) para tragarse la patraña pero, por lo que se ha de reflejar en los resultados electorales, esa entidad se nutre con afiliaciones al por mayor porque está visto que nadie cuestiona ni critica, mucho menos poner en tela de juicio esa cándida expresión de los candidatos con respecto a sus mecenas, esas personas y empresas supuestamente bondadosas y más desinteresadas que la misma Madre Teresa.
  
   Yo considero un insulto a la opinión pública ese tipo de declaraciones, pero más insultante me parece la forma en que la gente se traga la pí­ldora y da por sentado que, en efecto, esta vez no habrá pago de favores y que vale la pena dar el voto a un candidato aunque se guarde en secreto la lista de sus financistas.
  
   La razón principal por la que los financistas no quieren que se sepa su nombre es porque la mayorí­a de ellos les dan dinero a todos los candidatos y no quieren quedar en evidencia. Ciertamente hay algunos casos en los que se pueden dar represalias y hace poco un amigo empresario me decí­a que la flota de vehí­culos que posee están siendo acosados por los policí­as de Tránsito porque las autoridades detectaron que él está apoyando a un candidato opositor y la respuesta ha sido que no hay dí­a en que no les den remisiones a dos o tres de los motoristas que le trabajan, al punto de que lo están acorralando económica y psicológicamente.
  
   Y es que el tema del manejo de nuestra polí­tica se enmarca cabalmente en ese tipo de actitudes en las que se recuerda aquella expresión de la polí­tica mexicana en la que a los amigos se les beneficia con todo y a los enemigos se les castiga con la ley. Así­ es como operan las cosas en nuestro medio y baboso quien crea que hoy existen elementos distintos a los que hemos visto a lo largo de las últimas campañas. Es más, cada dí­a es más claro y explí­cito el arreglo porque cada cuatro años es más costosa una elección y se incrementa la dependencia de los polí­ticos con respecto a los grandes capitales.
  
   No hay voces, en absoluto, que clamen contra ese tráfico de influencias y por una reforma del sistema electoral para frenar la creciente influencia de los financistas que prácticamente se han adueñado del paí­s y que son un puñado de gente que se disputa la hegemoní­a cada cuatro años para aumentar exponencialmente sus ganancias vendiendo medicinas, automóviles, computadoras, suministros, haciendo contratos y obteniendo concesiones, entre otras cosas, cuando no le ponen el ojo a un activo importante.
   Lo del uso del avión de TOMZA es simplemente un ejemplo paradigmático por el cinismo sin lí­mite y la desfachatez andando, pero no es ni por asomo un caso extraordinario. Cosas así­ ocurren todos los dí­as y con cifras que pasan por mucho de las seis cifras sin que nadie diga o haga algo.