Niña del milagro está bien


Darlene Etienne, sobreviviente del terremoto en Haití­ de hace un año, muestra la fotografí­a en la que se muestra a ella prácticamente soterrada. FOTO LA HORA: AP Dieu Nalio Chery

Con una sonrisa en el rostro, la niña que asoma su cabeza por la puerta de la casa de su abuela es el vivo reflejo de la capacidad del ser humano de superar la adversidad, alguien cuya mera existencia desafí­a la ley de las probabilidades.

Por NICOLAS GARCIA

Hace un año, Darlene Etienne estaba enterrada bajo una montaña de cemento y hierros retorcidos. A su alrededor, la ciudad de Puerto Prí­ncipe yací­a en ruinas. Familiares y personal de rescate buscaban sobrevivientes entre los escombros, pero ya casi habí­an perdido toda esperanza de encontrar a alguien donde estaba ella.

Hasta que el 27 de enero, 15 dí­as después del terremoto que según cifras del gobierno mató a más de 220.000 personas, se escuchó una voz tenue entre los escombros. Un equipo francés comenzó a excavar ante la mirada atónita de cientos de personas.

Darlene estaba cubierta por un polvo blanco. Parecí­a un fantasma, con la mirada perdida. Un rescatista le dijo a la AP en el lugar que probablemente hubiera muerto en cuestión de horas si no era encontrada.

La muchacha es hoy una joven de 17 años de aspecto saludable, que vive con familiares en la localidad rural de Artibonite, a unas tres horas de auto de la capital por caminos de tierra. Periodistas de AP le hicieron una sorpresiva visita y encontraron una joven alegre, que no olvida el drama por el que pasó.

Recuerda que estuvo conciente y despierta todo el tiempo que estuvo enterrada, a diferencia de otras personas que también fueron rescatadas después de mucho tiempo y que dicen que pasaron buena parte del tiempo durmiendo o desvanecidas. Recuerda cómo pedí­a ayuda a gritos y que no era escuchada por el estruendo de la maquinaria usada en las tareas de rescate y otros sonidos de la ciudad.

«Oí­a a la gente que pasaba y pensaba que me iban a rescatar», expresó en una entrevista. «Pero seguí­an de largo».

Darlene, la segunda de tres hermanos, se habí­a ido de su casa por primera vez nueve dí­as antes del terremoto de magnitud 7. Habí­a viajado 64 kilómetros (40 millas) desde Marchant Dessalines para vivir con un primo y su esposa mientras asistí­a a la escuela en Puerto Prí­ncipe.

Mucha gente que quedó enterrada bajo los escombros no fue rescatada y aún hoy siguen apareciendo cadáveres. Una de las ví­ctimas del terremoto fue la esposa del primo de Darlene, a quien se le cayó una pared de su casa encima. Nadie pensó que podrí­a haber sobrevivientes ante tanto destrozo.

Un individuo que caminaba por entre los escombros de las viviendas destruidas en el barrio Carrefour Feuilles finalmente escuchó a Darlene. La niña le dio el número de teléfono de su familia y el hombre llamó. La familia alertó entonces a los rescatistas. Los socorristas franceses la trasladaron de inmediato a un hospital de campaña porque estaba muy deshidratada y luego a un barco hospital anclado frente a la ciudad destruida.

Fue un rescate sensacional, que provocó tanto asombro como escepticismo. Al menos 135 personas fueron rescatadas de entre los escombros luego del terremoto del 12 de enero, pero la mayorí­a de ellas fueron halladas pocos dí­as después del desastre. Los rescatistas franceses y los médicos, no obstante, creen que estuvo enterrada entre los escombros todo el tiempo.

Darlene asiste a la escuela en Marchand Dessaline, una localidad rodeada de plantaciones de arroz que son la principal fuente de subsistencia en esta región de Haití­. Sacude la cabeza al ver fotos de su rescate y las pasa para que las vean parientes y vecinos. Cuesta creer que es la misma persona de las fotos.

Su madre, Kerline Dorcant, agradeció a Dios el que su hija haya sobrevivido y espera que la niña pueda de algún modo labrarse un futuro en el extranjero, donde hay muchas más oportunidades que las que ofrece este pueblo rural de Haití­.

«Estoy muy contenta, pero quiero que se vaya a otro paí­s porque aquí­ no hay nada», manifestó. «Lo único que tiene aquí­ es la escuela. No quiero que se quede aquí­».

De todos modos, la madre se siente feliz de ver a su hija viva. «Vi morir mucha gente. Me siento dichosa de que ella haya sobrevivido y le agradezco a Dios», insistió.

«Estoy muy contenta, pero quiero que se vaya a otro paí­s porque aquí­ no hay nada. Lo único que tiene aquí­ es la escuela. No quiero que se quede aquí­.»

Kerline Dorcant

Madre de Darlene