Ni vistiéndose de angelitos


Acabo de leer la noticia que los jefes de bloque del Congreso de la República están preocupados por mejorar la imagen de ese Organismo poniéndose a trabajar y muchos, podrán ponerse felices por tan dulces sueños, otros podrán decir que el cielo está empedrado de buenas intenciones o algo por el estilo, como la gran mayorí­a estará de acuerdo conmigo que ni uniformando a los 158 diputados con túnica blanca adornada con la respectiva aureola y doradas alas podrán cumplir con tan caro objetivo. No, no es que sea pesimista, sino que teniendo los pies bien puestos sobre la tierra y después de ver lo que han venido haciendo los últimos años, van lograr cambiar el triste concepto que tenemos la mayorí­a de chapines de lo que los diputados y nadie más ellos se han ganado a pulso.

Francisco Cáceres Barrios

En primer lugar, todos sabemos bien que la pérdida de credibilidad no se recupera de la noche a la mañana; que en el Congreso hay gente tan manchada, que ni el más prometedor detergente logrará quitárselas y porque ni que aprueben la semana entrante la mal llamada reforma fiscal, la propuesta gubernamental de ampliar el presupuesto, la mentada ley del fondo del petróleo, endurecer las penas contra los funcionarios de gobierno corruptos, la nueva ley de armas y municiones, la que trata de impulsar el desarrollo rural o la creación de la procuradurí­a de defensa del consumidor y ni siquiera la cacareada ley del libre acceso a la información, van a poder borrar su demostrada como inveterada haraganerí­a, mal manejo de fondos públicos, comilonas dentro del recinto, pueriles y bochornosos pleitos, burocracia, compadrazgos, corrupción, excesivas asesorí­as, incapacidad e ineficiencia demostrada durante tantos periodos parlamentarios.

De ahí­ que insista en decir que ni Dios Padre logrará componer el Congreso, mucho menos cambiar su tan deteriorada imagen, únicamente superada por las inmundas cárceles de nuestro paí­s, si no es cambiando la manera de elegir a los diputados, aparte de reducir drásticamente su innecesario número, para que al fin podamos tener la democrática oportunidad de escoger directamente a quien pueda representarnos, que al menos llene los requisitos mí­nimos de honorabilidad, capacidad y experiencia. Usted podrá decirme que estoy adoptando la misma postura de los jefes de bloque de pretender hacer un milagro, pero no podrá olvidar que al menos vale la pena intentarlo, que la esperanza es lo último que se pierde, como que si al fin el pueblo despierta de su letargo, todo cabe en lo posible.

Ya es hora de empezar a tomar decisiones que busquen afanosamente acabar con la actual crisis de valores, principios y con la situación polí­tica de nuestro paí­s, cuya continuada e incontrolable situación se ha estado llevando entre los pies a la economí­a y a toda la sociedad, mientras vemos con la natural envidia, que otros pueblos han tomado decisiones drásticas yendo por el camino correcto para encontrar soluciones a tantos problemas que les afligen. Claro, entiendo que son tres los Organismos del Estado y que no todo depende del Legislativo para salir avante, pero empezando por el principio se podrán ir sentando las bases para ir recuperando poco a poco la pérdida de gobernabilidad y democracia.