Ni pensar en su candidatura


Eso de estar escribiendo y diciendo que la esposa del Presidente va a ser candidata es darle cuerda para que se envalentone y quiera saltarse las trancas de la legalidad como lo hizo Zelaya.

Guillermo Castañeda Lee, CUI 1996 53836 1905

La realidad es que decir que esta señora puede ser candidata, es casi decir que el pueblo de Guatemala es un pueblo de tarados, y que los que hicieron la Constitución lo son todaví­a más, pues dejaron la puerta abierta para que abogados sinvergí¼enzas y corruptos la violaran, la retorcieran, la hicieran un rollo y después, lo que sigue.

Que ni se atreva a intentarlo, pues después van a andar volando en un avión de Chávez que quieren reingresar al territorio y llorando que su intención era solo ver si la Constitución se los permití­a, solicitando la solidaridad de la OEA.

La ley es la ley, y quien la viola no puede alegar que la desconocí­a. Es intolerable que un abogado que se precie de persona honesta insinúe  que dicha señora pueda optar a ser candidata a la presidencia el siguiente perí­odo, cuando para evitar continuidad, tienen vedado serlo los suegros y los cuñados del actual presidente. Si lo tienen vedado ellos para evitar continuidad, con mayor razón lo tiene vedado quien genera esa continuidad.

Muchos dirán que es de buenos sentimientos, que colocó en la mesa de los pobres un plato de frijoles, que es una santa, etc. Aunque omitirán decir qué fue lo que colocó en su mesa, pero eso ya es asunto que pertenece a la Fiscalí­a contra la corrupción.

Si tan buena es, y según opiniones de algunos serí­a la presidenta ideal, todaví­a está a tiempo el gobierno de Colom de reformar la Constitución y si el pueblo vota porque se permita la reelección o que se quiten las causas que generan continuidad, pues adelante, pero dentro del marco legal.

Lo único que sí­ puede generar controversia si se modifica la Constitución, es si la candidatura de doña Sandra es  para elección o para reelección, pues como se ha desarrollado este gobierno hasta ahora, es ella quien lleva la batuta, pues el Presidente ha dado una muestra de sumisión, que cuando habla en medio de una sonrisa nerviosa, no halla dónde meter el dedo í­ndice, unas veces se lo pone en la mejilla, otras en la frente.