«Yo bien sé que el pecado carnal está mal visto en el alto cielo; pero sospecho que Dios condena lo que ignora».
-Eduardo Galeano-
Según Leonardo Boff, teólogo de la liberación, suele decirse que la Iglesia Católica tiene fobia sexual y que trata temas de la moral familiar y de la sexualidad con excesivo rigor. La palabra placer suscita en ella preocupaciones y si se trata de «placer sexual», suscita sospechas.
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Y yo comparto con él. Sobre todo cuando la iglesia ha educado más para la renuncia, el temor y el rechazo; que para la responsable y alegre celebración de la vida.
Ya San Agustín, indicó: «en cuanto a mí, pienso que las relaciones sexuales deben ser radicalmente evitadas. Estimo que nada envilece tanto el espíritu de un hombre como las caricias sensuales de una mujer y las relaciones corporales que forman parte del matrimonio».
A pesar que San Agustín nació hace 1655 años, la actual Iglesia Católica hace un llamado a la abstinencia como método para prevenir embarazos, cuando la práctica sexual no debería limitarse solamente a la reproducción humana.
No podemos generalizar la posición puritana de la iglesia oficial, pues al lado de esta también ha estado presente la otra, descrita por Boff como la iglesia positiva y animosa.
La ideología de la iglesia oficial, por más rígida que sea, como la de San Agustín, no tiene la fuerza suficiente para reprimir el placer sexual, ya que éste es inherente al ser humano, además de encerrar el misterio de la creación y la vida. Quiérase o no, el ser humano siempre hará valer su derecho a una sexualidad libre. ¿Qué clase de doctrina que afirma el amor humano presenta los argumentos anteriormente descritos?
La teóloga italiana Maria Caterina Jacobelli, utiliza un ejemplo para ilustrar esta tradición positiva de la sexualidad, una manifestación que perduró en la iglesia por más de mil años conocida con el nombre de «risus paschalis», de «risa pascual». En ésta ve representada la presencia del placer sexual en el espacio de lo sagrado, en la celebración de la mayor fiesta cristiana, la Pascua.
Jacobelli utiliza la «risa pascual» para resaltar la explosión de alegría de la Pascua en contraposición a la tristeza de la Cuaresma: el sacerdote en la misa de la mañana de Pascua debía suscitar la risa en el pueblo. Según Jacobelli, el sacerdote lo hacía por todos los medios, pero sobre todo recurriendo al imaginario sexual. Contaba chistes picantes, usaba expresiones eróticas y simulaba gestos obscenos, remedando relaciones sexuales. Y el pueblo reía y reía. El celebrante asumía la cultura de los fieles en su forma más popular, llana y obscena. Para expresar la vida nueva inaugurada por la Resurrección, decía esta tradición, nada mejor que apelar a la fuente de donde nace la vida humana: la sexualidad con el placer que la acompaña.
Respecto la conveniencia de este método se puede discutir. Sin embargo no deja de revelar la existencia en la Iglesia de otra postura, más abierta, más humana positiva y alegre, frente a la sexualidad.
¿Pero qué dice la población sobre este tema?
Sobre el uso o no de métodos diversos de planificación familiar, no entraré en detalles. Pero vale la pena decir que bastaría con ser mujer, del área rural o áreas marginadas; sin oportunidades de asistir a la escuela, con 10 hijos no planificados ni deseados y paridos sin la mejor atención médica, para legislar y argumentar a favor de la educación sexual y reproductiva. Pero sucede que el Cardenal no es mujer.