Aclaro mi postura antes que los juicios de los lectores definan mi pensamiento; la justificación no tiene nada que ver con la valoración que puedan darle a mi ideología, sino es con el objetivo de expresar imparcialidad hasta donde los prejuicios de clase me lo permitan.
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El abrupto cierre de la televisora venezolana RCTV es un tema que ha resonado y colmado espacios noticiosos y de opinión, la verdad, no logré reprimir la seductora inclinación de exteriorizar algunas apreciaciones referentes a este problema.
La política aplicada por Chávez trajo a mi memoria los argumentos redactados por Adolfo Hitler en el libro titulado Mi Lucha, en donde rezaba que «la prensa es, pues, el factor que continúa obrando en el proceso educativo del adulto», razón por la que el fhurer enfatizaba que: «Jamás debe el Estado dejarse sugestionar por la cháchara de la libertad de prensa, el Estado tiene que asegurarse de este poderoso medio de la educación popular y ponerlo al servicio de la nación».
En lo personal considero que en tierras guatemaltecas a diario se cometen mayores injusticias que el cierre de una televisora opositora, la libertad de expresión en nuestra sociedad es un vago reflejo que representa el premio de consuelo de una masa poblacional a quien nadie escucha, y a quien pocos importa, salvo para limosnear un voto cada cuatro años.
En lo personal la bocaza de Chávez ofende mi inteligencia, su retórica está destinada a «la cédula electoral de la masa quienes hoy deciden situaciones, en donde descansa el centro de gravedad, precisamente en el grupo más numeroso; un hato de crédulos y de ingenuos».
Muchos «líderes de opinión» han denominado al Presidente venezolano aprendiz de dictador, y aseguran que la libertad de prensa debe ser inasequible en las determinaciones de la administradores del Estado. No obstante hace algunos años un presidente guatemalteco que aún se mantiene en el ruedo político ocasionó el cierre de una revista de alto prestigio, al igual que un radionoticiero, e hizo que este vespertino tuviera problemas para seguir operando.
Eso me hace intuir que para las clases acomodadas el mandatario venezolano es vomitivo, puesto que amenaza 500 años de status quo, no obstante, más que el temor a la imagen o influencia que él pueda causar en la región, creo que deberían de preocuparse por ese «hato de crédulos y de ingenuos» a quienes han condenado al analfabetismo y miseria, quienes, además, son campo de cultivo para los discursos de los cuales gusta el líder bolivariano.
Lamentablemente la historia nos enseña que la avaricia es una de las características de la clase económica del país, la soberbia y codicia son referentes, no por nada somos el primer país del hemisferio con la peor distribución de la riqueza.
A mi parecer el cansancio del pueblo de mi «hermoso y horrendo país» algún día coincidirá con la labio de un individuo (como sucedió con Alfonso Portillo) dando paso a un merecido castigo como el que viven los empresarios venezolanos, quienes ignoraron las necesidades de su población. De ser así yo de antemano les declaró que me echare algún trago a la salud de un ganado escarnio.
¡Ah!, y en cuanto a la censura, en lo particular no me incomodaría que censuraran una serie de programas basura que se trasmite en los canales de televisión abierta, ¿o usted extrañaría Laura en América? Yo no.