Supuestamente los debates entre candidatos a la presidencia deben permitir conocer a fondo las propuestas sobre temas candentes, sobre todo cuando se realizan entre un número más limitado de aspirantes para darles oportunidad de ser más explícitos al hablar. Sin embargo, está visto que el problema aquí no es de modalidad ni de tiempo, sino de ausencia de planes efectivamente concretos y por eso todos terminan hablando de los mismos lugares comunes y de ideas que lanzan al aire sin el necesario sustento para definir cómo y con qué pueden ejecutar lo que prometen.
Es una pena y una pérdida de tiempo para el votante que espera encontrar respuestas concretas, porque es obvio que las mismas no están en la agenda de los candidatos que insisten en sus estribillos de campaña que diseñaron sus estrategas para ganar votos, pero no abordan el problema mismo del Estado.
En el foro de anoche, el candidato Eduardo Suger empezó a señalar que tenemos un sistema que no funciona, pero se quedó en el enunciado de su tesis porque nunca planteó cómo realizar la reforma institucional profunda que nos hace falta y que es, en realidad, lo que más importa en este momento porque las evidencias de que el modelo está agotado son más que evidentes y la necesidad de cambios resulta, consecuentemente, abrumadora.
Ofrecer mejorar en seguridad, educación, salud, vivienda y generación de empleo es un lugar común. Pero más que eso, es hablar pajas si no se entiende que todo ello está en crisis porque el Estado de Guatemala ha caído en una condición de fragilidad que lo hace inútil, incompetente para cumplir con sus obligaciones constitucionales. Y si el Estado está en trapos de cucaracha, también lo está la sociedad y el país necesitaría un liderazgo capaz de sacar al guatemalteco de su indiferencia para emprender un proceso de transformación que no depende de un súper presidente, sino que depende del esfuerzo de la colectividad bajo un liderazgo eficaz y visionario.
Todos los candidatos nos dirán que ellos son garantía de mejor salud, educación, seguridad, empleo, nutrición y desarrollo económico. Lo que hace falta es saber cómo es que pueden concretarlo y cuánto costará cada acción concreta. Para empezar no aterrizan en acciones y, por supuesto, se quedan en las generalidades que son aquella venta de ilusiones que tan gráficamente nos explicó el entonces presidente Portillo.
En un foro los candidatos tuvieron que ser concretos, asertivos y comprometerse. De oír las mismas promesas ya estamos hasta el copete tras una larga campaña de música y promesas vacías.
Minutero:
Con una varita de magia
se presentan los candidatos;
toda promesa se plagia
para darnos nada en dos platos