íngrid se abraza con sus hijos


íngrid Betancourt (C), liberada ayer por el Ejército colombiano tras seis años en cautiverio de las FARC, se reencontró hoy con sus hijos Melanie (I) y Lorenzo (D).

Ingrid Betancourt, rescatada junto a otros 14 rehenes, abrazó emocionada a sus hijos Melanie y Lorenzo que llegaron a Bogotá de Parí­s y que no veí­a desde hací­a más de seis años, y de inmediato convocó a una campaña por la libertad de los demás cautivos de la guerrilla de las FARC.


La ex candidata presidencial no pudo contener las lágrimas en el reencuentro. También abrazó a su ex esposo Fabrice Deloye y al canciller francés, Bernard Kouchner, y luego ingresó al avión que llegó de Parí­s donde permanecieron diez minutos, antes de bajar para encontrarse con la prensa.

Los dos hijos esperaron dentro a Betancourt tomados de la mano.

«Estoy muy orgullosa de ellos que lucharon solitos y dieron una batalla hermosí­sima» por mi libertad, dijo Betancourt tras abrazarlos y recordar que la última vez que los habí­a visto eran apenas unos niños.

En el Airbus A-319 que llevará de regreso mañana a Betancourt a Parí­s, viajaba una delegación de 30 personas, entre ellos la hermana de la ex rehén, Astrid Betancourt y varios diplomáticos y médicos.

Betancourt llamó a los mandatarios de Venezuela, Hugo Chávez, y de Ecuador, Rafael Correa, a restablecer la «confianza con el presidente (colombiano Alvaro) Uribe» y que junto a otros gobernantes de América Latina, entre los que mencionó a la argentina Cristina Kirchner, «ayuden a la liberación de los secuestrados, no a fortalecer la guerra en Colombia».

El canciller Kouchner agradeció a Uribe y al pueblo colombiano su «lucha por la liberación» de los rehenes en poder de las FARC, y dijo que Parí­s continuará apoyando los esfuerzos por unos 24 rehenes que siguen en poder de los rebeldes.

«Es un milagro, un momento mágico, verla rodeada por su familia, esto no nos impide pensar que otros todaví­a están secuestrados», resaltó.

La ex rehén pasó la primera noche en casa de su madre en Bogotá relatando detalles de su secuestro. «Nos enfrascamos en una larga conversación donde nos narró los detalles de su triste cautiverio. Ella quiso desayunar con naranjas, tení­a ese antojo», señaló su esposo Juan Carlos Lecompte.

Betancourt, de 46 años, fue rescatada ayer junto con los estadounidenses Thomas Howes, Marc Gonsalves y Keith Stansell -contratistas del Departamento de Defensa de su paí­s- y 11 militares y policí­as colombianos en las selvas del departamento amazónico de Guaviare (sureste).

La FARC proponí­an canjearlos por unos 500 de sus prisioneros, junto con otros tres polí­ticos y varios uniformados que siguen cautivos.

Los estadounidenses, retenidos el 13 de febrero de 2003, llegaron anoche a San Antonio, Texas (sur). Algunos de los uniformados colombianos tení­an más de una década en cautiverio.

Según el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, el operativo fue realizado por militares que infiltraron al secretariado (cúpula) de las FARC, convenciéndolo de la necesidad de trasladar a los rehenes en helicóptero a la zona donde opera el máximo jefe del grupo, Alfonso Cano.

La aeronave era del Ejército y fue tripulada por personal de inteligencia, agregó el ministro, que reportó la captura de dos guerrilleros, incluido un jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), «César», encargado de custodiar a los secuestrados.

Aunque el embajador de Washington en Bogotá, William Brownfield, sostuvo que su paí­s cooperó en «aspectos técnicos», Santos aseguró que la operación fue «ciento por ciento colombiana». «Esta fue una operación concebida por los colombianos y ejecutada por los colombianos con nuestro completo apoyo», secundó la portavoz de la Casa Blanca, Dana Perino.

Uribe, por su parte, llamó a la mayor guerrilla del paí­s a hacer la paz y liberar a los demás rehenes. «La única factura que queremos pasar es la invitación a las FARC para que hagan la paz. Hemos mantenido siempre la disposición», dijo.

El mandatario advirtió que el gobierno continuará trabajando en la liberación de otros secuestrados, mientras que el jefe del Ejército, general Mario Montoya, sentenció que el operativo constituye «un jaque mate a las FARC».

Se estima que ese grupo retiene a unas 700 personas, la mayorí­a con fines económicos.

¿Cómo fue el rescate?


MARTES

23:00. Los militares, supervisados directamente por el comandante del Ejército Mario Montoya, concluye el último ensayo de la operación, cuyo comienzo habí­a sido retrasado por 24 horas.

En el campamento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), en el este del paí­s, donde habí­an sido concentrados los secuestrados, comienzan una jornada habitual: los rehenes se levantan para escuchar los mensajes que en la forma acostumbrada les transmiten sus familiares por las radios comerciales.

MIí‰RCOLES

1:00. El jefe rebelde Gerardo Aguilar, alias «César», responsable de la vigilancia, comunica a los cautivos que deben estar listos para hacer un viaje.

Después de las 12H00 – Los dos helicópteros militares, pintados de blanco para simular una misión humanitaria, parten de una base en el este del paí­s con destino a la selva del Guaviare.

7:13. Uno de los helicópteros aterriza en un descampado abierto por los guerrilleros cerca al rí­o Apaporis a 70 km al sur de San José del Guaviare, mientras que el otro se mantiene en el aire.

Los seis militares que viajan a bordo (dos tripulantes y otros cuatro que fingen ser miembros de una misión internacional y guerrilleros) notifican a César que él mismo debe participar en el traslado de los rehenes a un campamento donde los espera Alfonso Cano, recientemente nombrado nuevo máximo jefe de las FARC.

Hacia las 7:30. Tras un breve diálogo, César y otro de sus hombres ordenan que los secuestrados sean esposados y subidos a la aeronave.

7:36. El helicóptero parte del campamento guerrillero y mediante una clave («generadores en su punto») uno de los pilotos notifica a los mandos militares que tienen en sus manos a los secuestrados.

7:41. Cuando la aeronave alcanza los 2.500 pies, dos de los militares camuflados reducen a César y su acompañante y gritan a los secuestrados: «Somos el Ejército de Colombia. Ustedes están libres». El presidente colombiano, Alvaro Uribe, es informado por una llamada telefónica.

Poco después de las 14H00 – Los dos helicópteros llegan a el aeropuerto de San José del Guaviare donde Betancourt y los demás rehenes abordan un avión militar hacia la base de Tolemaida, donde los espera el avión presidencial. Allí­ los estadounidenses Thomas Howes, Marc Gonsalves y Keith Stansell toman otra aeronave y viajan hacia San Antonio (Texas, Estados Unidos).

«Quiero primero darle gracias a Dios y a los soldados de Colombia», dice Betancourt a un periodista de la emisora local del Ejército en la zona.

8:15. En Bogotá, el ministro de Defensa Juan Manuel Santos comunica a la prensa el rescate.

11:08. El avión presidencial que traslada a Betancourt y los otros 11 rehenes aterriza en la base militar de Catam, en el oeste de Bogotá. Betancourt baja del avión y se abraza con su madre Yolanda Pulecio y su esposo Juan Carlos Lecompte.

* Horas de Guatemala