La llegada del verano, a los Estados Unidos, abre la puerta al estreno de las superproducciones que únicamente pretenden entretener al «gran público». De esa cuenta ya han llegado a las pantallas: «X-Men Origins: Wolverine» y «íngels and demons», ambas son la comitiva de avanzada que prepara el camino para tí­tulos como: «Terminator Salvation»; «Harry Potter»; «Ice age the dawn of the dinosaurs»; entre otros.

Al cine de entretenimiento se le pide eso, que entretenga; pero también hay que exigirle un mí­nimo de calidad; ojalá todas las producciones de esta época fueran como «El caballero oscuro».

«íngeles y demonios», tí­tulo en español para «Angels and demons» (fácil ¿verdad?), es la nueva pelí­cula de Ron Howard, que se agrega a la larga lista de producciones taquilleras con el sello de este director, quien goza de la simpatí­a , por igual, de académicos y del «gran público».

Una antigua hermandad secreta, llamada «Los Illuminati», amenaza a la iglesia católica, desde su misma base; así­ es señoras y señores, ellos se han infiltrado en las más altas esferas, amenazando incluso con tomar el papado; y por qué se han infiltrado, elemental, porque ellos son famosos por infiltrar gente. El papa ha muerto, el cónclave está reunido, pero todo se convierte en una carrera contra el tiempo cuando una bomba será detonada y volará en pedazos la Santa sede. Por eso es urgente la presencia del mayor experto en simbologí­a del mundo, nada menos que el profesor Robert Langdon.

Del filme se puede decir que técnicamente está bien hecho, la dirección de arte también pasa la prueba y el final es más o menos sorpresivo; lo demás es pura caricatura.

Disfrazada de falso thriller con matices de drama y leves pinceladas de humor fuera de lugar, la cinta naufraga, de principio a fin, en la ambigí¼edad. El director se vale de un guión completamente inverosí­mil, en donde los diálogos son tan simples que da la impresión que los protagonistas no hablan en serio, las preguntas y observaciones mueven a la risa, provocan ganas de hacer sarcasmo de cada escena, y la resolución de los conflictos es fácil.

Las actuaciones están a la altura de las circunstancias, tomando en cuenta que el guión no exige mayor cosa; es decir, se quedan en la superficie. Tom Hanks es el profesor Langdon, repitiendo el personaje que interpretó en el «Código Da Vinci». Los actores secundarios desempeñan literalmente su papel, ninguno logra sobresalir.

íngeles y demonios es una pelí­cula inscrita dentro del cine más artificial, el nivel de entretención que brinda puede ser disfrutado sin el menor esfuerzo; el mejor complemento para verla es que tanto usted como su acompañante tengan un recipiente gigante de palomitas de maí­z y jueguen a tirárselas el uno al otro, mejor si se involucra al resto del público, para que la diversión sea general.