Neymar avisa que llegó para quedarse


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La presión era extraordinaria para cualquiera, incluso para alguien que está bajo los reflectores desde la adolescencia. Y es que no debe ser fácil ser considerado, a los 21 años, como el mesías del fútbol brasileño.

Por RICARDO ZÚÑIGA
RIO DE JANEIRO / Agencia

Todavía le falta mucho por crecer y demostrar, pero Neymar dio en esta Copa Confederaciones un paso gigante en su desarrollo y se echó al hombro a la selección brasileña que el domingo bailó 3-0 a España para conquistar el torneo por tercera ocasión al hilo.

Cuatro goles en cinco partidos dicen mucho. Su liderazgo, capacidad para generar juego para compañeros y desfachatez para encarar a los oponentes, cuentan la otra faceta del delantero que fue elegido como el mejor jugador del torneo.

Neymar ya no es una ilusión. Es toda una realidad.

Una escena ejemplificó lo que significa este fenómeno para la «selecao»: todo el plantel brasileño esperó su llegada antes de salir por el túnel del estadio Maracaná para los calentamientos previos a la final. El nuevo astro del Barcelona encabezó la salida del equipo al césped, y recibió una estruendosa ovación del público.

Hay que tomar en cuenta que Neymar ni siquiera es el capitán de la selección —ese honor corresponde a Thiago Silva— y que en el plantel hay veteranos como Dani Alves y Julio César.

A un año del Mundial en Brasil, la «Verdeamarela» debe sentirme optimista la evolución de un joven que comenzó su carrera con Santos y que, a partir de la próxima temporada, tendrá como compañeros y maestros en el Barsa a Lionel Messi, Xavi Hernández y Andrés Iniesta.

Neymar llega a un club donde no cargará con toda la responsabilidad. Por el contrario, el que sería el líder indiscutido en casi cualquier otro equipo, tendrá un papel complementario al lado de Messi, el inimitable astro argentino y mejor futbolista del planeta.

«Espero adaptarme muy rápido», expresó el crack brasileño. «Obviamente es un cambio muy grande, pero es algo nuevo, bueno, voy a uno de los equipos más grandes del mundo, con grandes jugadores, así que estoy muy contento y espero adaptarme lo más rápido posible y el próximo año tener un gran Mundial».

Acto seguido, Neymar miró al técnico de la selección, Luiz Felipe Scolari, que estaba sentado a su lado, y tiró entre risas: «Ya me estoy convocando».

Tranquilo, Neymar, tu puesto en la Verdeamarela es intocable.

Si sabe aprovechar las circunstancias en el Barsa, Neymar puede empaparse de la filosofía de juego de un club que lo ganó todo en los últimos cinco años. También corre el riesgo de que sea una navaja de doble filo. Si no le va bien, el veloz atacante puede quedar relegado a la banca o pasar a un segundo plano, como ya le sucedió antes a artilleros como Zlatan Ibrahimovic y David Villa.

Y lo último que quisiera ver Brasil es ver a su gran esperanza como espectador de lujo en el Camp Nou.

CONFEDERACIONES
Brasil golea a España

Por RICARDO ZÚÑIGA
RIO DE JANEIRO / Agencia AP

Brasil envió un potente mensaje a España y el resto de las potencias del fútbol: será cuesta arriba ganarle en la Copa del Mundo del próximo año en su casa.

Fred marcó un doblete, Neymar agregó otro gol —de gran clase— y Brasil, ante un público delirante que colmó el estadio Maracaná, derrotó el domingo 3-0 a España en la final de la Copa Confederaciones.

Fue una exhibición de lujo del mejor Brasil en mucho tiempo, ante un campeón mundial desconocido que perdía 1-0 luego de apenas 95 segundos y que fue cuesta abajo desde entonces.

Sin duda un toque de atención para España, que venía con un desgaste adicional por haber jugado una prórroga y definición de penales en semifinales contra Italia, y que tuvo un día menos de descanso que Brasil.

España perdió por primera vez desde noviembre de 2011, cuando cayó 1-0 en un amistoso contra Inglaterra en Londres, una seguidilla invicta de 26 encuentros. Toda racha debe terminar, pero en este caso la forma fue inesperada incluso para el más ferviente hincha brasileño.

En la previa se hablaba de una final soñada, el campeón del mundo y Europa, la mejor selección de los últimos años, frente al anfitrión de la Confederaciones y del Mundial, en un escenario incomparable como el Maracaná. Brasil jugó de ensueño, y sueña con su sexta corona mundial. Lo de España fue toda una pesadilla.

Fred madrugó a España y puso a delirar a la torcida a los dos minutos, cuando Hulk mandó un centro desde la derecha y Neymar, casi sin querer, bajó la pelota dentro del área chica. El delantero del Fluminense, acostumbrado a meter algunos goles insólitos, se había caído en el brinco, pero empujó la pelota desde el suelo para abrir la cuenta.

Delirio en el Maracaná, y coros provocadores de «timinho» (equipito) de los más de 75.000 espectadores que pintaron de amarillo las gradas del famoso estadio en Río de Janeiro.

Brasil pisó el acelerador y mantuvo una presión frenética, casi insostenible. No dejó a España salir con el balón, interrumpió los canales de circulación, y asfixió a Xavi Hernández y Andrés Iniesta en el centro de campo.

David Luiz, que sacó una pelota de la raya a los 41 minutos, fue un muro en la última línea, mientras la velocidad de Neymar amenazaba constantemente por la banda izquierda.

Xavi, Iniesta y los otros futbolistas del Barcelona en la Roja presenciaron de primera mano al que será su compañero de club la próxima temporada. Y lo que vieron tiene que gustarles.

Neymar hizo el segundo a los 44, al recibir pase de Oscar y fusilar al portero Iker Casillas con un zurdazo al ángulo.

España no había terminado de plantarse en la cancha en el segundo tiempo cuando llegó el quinto gol de Fred en el campeonato. Pase entre líneas de Hulk, que Neymar dejó pasar, y definición de zurda de Fred.

3-0 y a otra cosa.

La Roja tuvo una oportunidad inmejorable de descontar a los 55 después que Marcelo derribó a Jesús Navas dentro del área. Sin embargo, Sergio Ramos tiró el penal afuera.

El portero brasileño Julio César tuvo un par de intervenciones buenas en la última media hora, pero España nunca dio la sensación de estar totalmente metida en el partido o de tener la capacidad para remontar.

A los españoles les queda clavada la espina de 2009, cuando fueron eliminados por Estados Unidos en las semifinales de la Confederaciones en Sudáfrica, y siguen sin levantar el único trofeo que le falta a esta generación.