Neurosiquiátrico de Paraguay, pobreza y olvido


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Arnaldo es un sicótico crónico, olvidado por sus familiares. Con la mirada fija en un mango, come la fruta sin prestar atención a lo que ocurre a su alrededor en el único hospital neurosiquiátrico de Paraguay.

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PEDRO SERVIN
ASUNCION /Agencia AP

En el hospital no hay alimentos ni medicamentos para satisfacer las necesidades de los internos, el personal de limpieza no hace sus tareas porque no le pagan y en tiempos no muy lejanos estuvo en la mira de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos porque allí fueron violadas algunas internas y cuatro personas murieron a causa de enfermedades y de peleas entre internos que pusieron en evidencia la falta de atención.

Arnaldo, sin embargo, no concibe irse de allí.

«En el hospital estoy bien. No quiero volver a mi casa», expresó el muchacho de 21 años.

Arnaldo no está solo. En un país de 6,2 millones de habitantes donde el 39% de la población es pobre y dentro de esa franja un 20% es indigente, mucha gente se siente afortunada de recibir atención médica, por más deficiente que sea.

El sector de Salud Pública es uno de los más afectados por la frágil situación económica. El presupuesto general de gastos del Estado para 2013 fue establecido en 15 mil millones de dólares, con un déficit estimado en 688 millones de dólares. Y el viceministro de Salud Pública Félix Ayala informó que «el presupuesto para todos los hospitales públicos es de 900 millones de dólares, pero sólo pudimos ejecutarlo en un 30% porque el resto el ministerio de Hacienda no nos transfirió».

Es así que los servicios públicos están al borde del colapso. Los atrasos en los desembolsos de dinero son tales que en el Hospital de Policías, dependiente de la fuerza de seguridad, se informó que los casi 200 médicos y enfermeras cobrarán sus salarios de febrero, marzo, abril y mayo a fines de junio.

La directora de Salud Mental, una oficina estatal, Mirta Mendoza dijo que el neurosiquiátrico sufrió dos medidas cautelares de la CIDH en 2003 y 2008 por las muertes y otros abusos, las cuales fueron levantadas a fines del año anterior tras realizarse ajustes internos para garantizar la seguridad, el buen trato y el bienestar de los pacientes.

Uno de los empleados del hospital explicó que en la actualidad existe control riguroso a cargo de una empresa privada de guardias de seguridad, pero los pacientes de ambos géneros compensados salen a pasearse por los jardines del hospital y con el consentimiento de los médicos hasta pueden mantener relaciones sentimentales y sexuales, porque son seres humanos necesitados de afecto.

En julio de 2011, no obstante, en el pabellón de crónicos Arsenio Caballero destrozó la cabeza de su compañero Francisco Areco con la tapa de metal del desaguadero del baño porque se imaginó que era un militante comunista, de acuerdo con el informe de la Fiscalía. Ambos eran esquizofrénicos. El victimario fue declarado irreprochable e inimputable guardando reclusión en el mismo lugar, pero bajo medidas extremas de cuidado.

A pesar de todo, numerosos enfermos prefieren la vida en este hospital desvencijado a afrontar lo que les espera afuera.

«Tenemos 286 pacientes internados, hombres y mujeres, agudos y crónicos, con diferentes patologías sicóticas. El 75% de ellos está abandonado por sus familiares. Provienen de las clases sociales media y baja que no pueden estar sin recibir comida bien nutritiva porque entrarían en crisis. Nadie se recupera teniendo hambre», explicó el psiquiatra Teófilo Villalba, director del hospital para enfermos mentales en Asunción, durante una entrevista con la AP.

«Los ricos, cuando se enferman, son atendidos en los hospitales privados o van al exterior», comentó.

Especificó que el presupuesto de gastos del hospital es de aproximadamente 8 millones de dólares al año, «pero tuvimos recientemente una etapa de crisis porque no se pudo comprar alimentos. El Estado no pagó a los proveedores. Felizmente, el ministerio de Hacienda hizo unos desembolsos para preparar alimentos para las próximas dos semanas. Luego veremos cómo nos irá…».

Sin embargo, citó un nuevo inconveniente: «Tenemos medicamentos solamente para los internos. Los pacientes ambulantes, beneficiados con el programa de gratuidad de la salud, no están recibiendo sus medicinas porque no hay dinero para comprarlas. Y aquí ocurre una paradoja por falta de dinero: el alta del trastornado mental en realidad es su baja del sistema de atención».

«Esos pacientes ambulantes tendrán que rebuscarse afuera del hospital con el riesgo de que si no obtienen sus medicinas, vuelven a sicotizar. Es decir, los admitiríamos de vuelta como internos. La esquizofrenia es el trastorno principal», reflexionó Villalba.

La falta de recursos se extiende al sector de higiene. Gustavo López, jefe de enfermería, dijo a la AP que «poseemos un reducido equipo de limpiadoras, pero como no cobran sus honorarios, la tarea no se cumple, los enfermeros nos ponemos a limpiar los pabellones (dormitorios) de los internos. No es nuestro trabajo pero lo hacemos porque no hay otra salida».

Arnaldo dijo que llegó al hospital hace dos años aquejado por síntomas de una esquizofrenia paranoide en fase aguda.

«Recibí medalla de oro en mi colegio secundario por ser el mejor alumno, pero mi problema de personalidad comenzó cuando fui testigo de la violación de mi hermana menor por un hombre grande», relató. «Tengo miedo de todo; no quiero estar solo».

Numerosos internos adultos con una edad promedio de 50 años, estabilizados con fármacos, se pasean por los jardines del hospital comiendo mango, bebiendo tereré (infusión preparada con agua fría y yerba mate), fumando y charlando entre ellos o con visitantes.

«No quieren irse del hospital. Prefieren quedarse a vivir aquí porque reciben comida, medicamentos y un lugar donde dormir. Cuando están compensados (recuperados) pero abandonados por sus familiares, los enviamos a los denominados Hogares Abrigo en la periferia de Asunción donde pueden cumplir terapia ocupacional con agricultura o elaborando artesanías», indicó Villalba.

Antonio es otro que de paciente temporal pasó a ser un residente permanente: «Aquí tengo muchos amigos. En mi casa nadie me quiere».

Las dos únicas habitaciones de máxima seguridad para sicóticos agresivos estaban ocupadas por Julio y Arístides, de 22 y 30 años, respectivamente. El primero exclamó a viva voz: «prometo portarme bien ¿me podés sacar de aquí?».

¿Cómo se explica que el estado paraguayo esté prácticamente sin dinero?

Según el economista Fernando Masi, quien fue asesor del ministro de Economía Dionisio Borda durante el gobierno de Nicanor Duarte (2003-2008), «ningún extranjero podrá entender el manejo de las finanzas públicas paraguayas porque no tienen lógica, pero básicamente puedo afirmar que la forma criolla de administración de los recursos es el desorden».

«Paraguay tiene una presión tributaria de solamente 10% y aun así la evasión fiscal estimada es del 60%», manifestó. «Es una tasa muy alta. Pero cuando el Poder Ejecutivo elabora el presupuesto de gastos para el año venidero, Congreso lo debe analizar y aprobar. Ese Congreso, lastimosamente autorizado por ley, tiene la potestad de modificarlo, y lo que hace es aumentar el salario de los 220 mil funcionarios. Es una práctica irresponsable».

«Los 220 mil funcionarios y los jubilados se llevan el 70% del presupuesto», acotó el ministro de Hacienda Manuel Ferreira en conferencia de prensa. «El presupuesto es difícil de ejecutarlo porque las recaudaciones fiscales son bajísimas y porque el Congreso incrementó extremadamente las cifras de gastos rígidos».

Un hecho llamativo, además del caso neurosiquiátrico, ocurrió en el Hospital de Policías dependiente de la fuerza de seguridad cuya administración informó que los casi 200 médicos y enfermeras solo a fines de junio cobrarán sus salarios de febrero, marzo, abril y mayo.