¿Necesitamos un nuevo Internet?


la Red de redes no fue concebida para llevar a cabo todo lo que se hace con ella hoy en dí­a.

Un número significativo de especialistas estadounidenses, así­ como el Gobierno, parecen convencidos de que Internet está roto o, para ser más preciso, que evidencia enormes problemas, imposibles de solucionar con la actual arquitectura. La mayorí­a de sus colegas europeos discrepa.

Redacción La Hora
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Trátese de su uso con fines bélicos o criminales o del acceso mediante telefoní­a móvil, la Red de redes no ha sido concebida para llevar a cabo lo que se hace con ella hoy en dí­a. Se ha ido adaptando gracias a parches, pero este análisis crí­tico revela que no se puede seguir así­ de manera indefinida, como lo explicó recientemente John Markoff en un artí­culo publicado por el New York Times.

La gran preocupación proviene de los problemas vinculados con la seguridad y protección de la privacidad de los usuarios. Al spam (70% del tráfico de correo electrónico) debemos agregar los virus y los ciberataques de los que han sido ví­ctimas Estonia (2007) y Georgia (2008), por ejemplo, y las tentativas de penetración en los sistemas informáticos de muchos paí­ses, incluyendo Estados Unidos (EE UU). No puede existir seguridad si hay anonimato, y buena parte del problema radica en que el anonimato reside en el corazón del sistema y de la protección de la vida privada. Algo difí­cil de cuestionar, y, sin embargo, la tendencia en EE UU desde 2001 consiste en privilegiar todo aquello relacionado con seguridad.

Las inquietudes meramente técnicas no faltan. Una de las más conocidas es el agujero en el Domain Name System (DNS), recientemente descubierta por Dan Kaminsky, el sistema que organiza los nombres de dominio de Internet.

Para enfrentarse a esta situación el Gobierno de EE UU ha lanzado varias iniciativas, en particular el proyecto GENI, bajo la responsabilidad del Massachusetts Institute of Technology y Clean Slate en la Universidad de Stanford.

Los europeos, por su parte, insisten en que la dimensión del problema proviene de las actividades no previstas en el proyecto original.

Dentro de los ejemplos abordados durante una conferencia sobre el futuro de la Internet, reunida por la Comisión Europea en Praga el 11 de mayo, se destacaron: los «rich media» como el ví­deo y muy pronto el 3D, el contenido generado por los internautas, base de la Web 2.0; las redes sociales en las que pasamos cada vez más tiempo y, sobre todo, el acceso móvil a la red que multiplica las conexiones y plantea problemas técnicos propios que requieren tecnologí­as diferentes.

La acumulación de esos ejemplos muestra claramente que Internet padece problemas creados por su propio crecimiento y éxito. Pero, insisten los europeos: «los cambios necesarios son de tipo evolucionario. No hace falta ninguna revolución», me dijo Joí£o da Silva, director de la Sociedad de la Información en la comisión europea. Se trata de «rediseñarlo».

Las diferencias entre europeos y estadounidenses pueden ser muy concretas. Bernard Benhamou, encargado en Francia de los usos de Internet, explicó que «más que destruir Internet para crear una red de alta seguridad, podrí­amos imaginar desarrollar nuevas redes con un enfoque overlay (en las capas superiores).

Director cientí­fico de Telefónica, Pablo Rodrí­guez asume una actitud similar aunque un tanto más suave, cuando explica: «Nadie puede decir que está rota, porque funciona todos los dí­as de maravilla; pero la podrí­amos mejorar». Tiende a ver esta problemática como un excelente «ejercicio intelectual», antes de concluir con una fórmula que parece resumir el pensamiento europeo: «No hay nada que no se pueda hacer a nivel de las capas superiores». No hace falta cambiar de máquinas ni de tubos para resolver los problemas de crecimiento de Internet.