“Solo para quienes ejercen el poder y se gozan los dineros del pueblo, la vida es color de rosa”. Por supuesto, toda regla tiene su excepción, y en ella ubicamos a los comerciantes, industriales, profesionales de las ramas liberales, funcionarios, empleados a quienes en su actividad productiva o de servicios, desarrollan uno de los valores más olvidados: LA HONRADEZ.
Para todos los demás, quienes se dejan arrastrar, guiar y/o acomodarse a las circunstancias ilegales e inmorales en el desarrollo de sus actividades, resultará muy cómodo y hasta gracioso la forma fácil de conseguir dinero para satisfacer sus necesidades básicas y costearse los lujos que se pueden comprar con las ganancias ilícitas obtenidas y el lucro desmedido.
Estamos viviendo en una sociedad desordenada, donde la anarquía impera de forma grosera e impune, pertenecemos a una sociedad que cierra los ojos para no ver la realidad de su vida diaria, elude el compromiso social de ser congruente y consecuente con su comunidad y sus habitantes; no se conmueve ante el dolor ajeno, pretende no “hacer olas” para vivir en relativa paz y tranquilidad.
El caos en que vivimos, ya raya en la arbitrariedad, ya no podemos decir que es sólo anarquía, arbitrariedad y desenfreno en el actuar de las personas en su diario vivir; es inaguantable la impunidad de la delincuencia organizada, común y gubernamental que en forma desparpajada esquilma, hiere, mata, miente y se apropia de los bienes muebles e inmuebles, peculio y hasta derechos nominales particulares y del Estado.
¿Qué se puede hacer en este CAOS para volver a vivir con seguridad? ¿Esconderse de la realidad? ¿Hacernos los babosos? ¿Aceptar la ignominia a que somos sometidos? ¿Darle gracias a Dios, Krishna, Jesús, Mahoma, Alá, a las once mil vírgenes, porque estamos vivos y no hemos sido afectados por un robo común o gubernamental? Y si lo fuimos, agradecer que aún estamos vivos?
EL ESTADO NO ESTÁ FALLIDO. Los fallidos somos todos aquellos que viendo la forma en que se hace gobierno por parte del equipo político de turno (en todos los períodos) no hemos tenido el suficiente valor para exigir por medio de mecanismos legales y la lucha popular, el RESPETO hacia la población y el ESTADO y sus bienes, ESOS somos los fallidos.
LOS OTROS, los ladrones de cuello blanco incrustados en las instituciones del Estado, los esquilmadores del exiguo presupuesto familiar, los contratistas, las ongs ladronas, funcionarios y empleados ladrones, los siervos de los sempiternos feudalistas guatemaltecos, los civiles lamebotas, los jueces y fiscales mercaderes de la justicia, los ministros/as al servicio de las transnacionales mineras e hidroeléctricas, los… en fin, son tantos los que NO SON FALLIDOS porque su avaricia, inmoralidad, indecencia, descaro, indolencia y deshonestidad han prevalecido entre otras inmundicias de su alma y espíritu, en pos del dinero sin reparo alguno, en el daño ocasionado a quienes siguen esperando la proyección social (NO LIMOSNAS) a que tienen derecho.
El ESTADO es el conjunto de instituciones nacionales que en su totalidad integran la estructura político administrativa con facultades de establecer normas que beneficien a la población; algunas veces se utiliza el término como sinónimo de Gobierno, sin embargo, se diferencian en que este último cambia con las diferentes personas que ocupan los cargos durante períodos de tiempo previamente delimitados, mientras que el Estado, es la estructura jurídico administrativa que opera las instituciones permanentes en el tiempo.
Es urgente poner coto, fin o conclusión a las conductas ilícitas de los funcionarios estatales para evitar el caos total que se nos avecina.