Cada vez más me preocupa la impresión que tengo porque nos está gustando que de afuera nos vengan a somatar las verdades en pleno rostro, pero a la hora de trabajar, nadie se arremanga la camisa para cambiar la triste situación en que nos encontramos. ¿Qué chapín no sabe que el Ministerio Público ha sido incapaz para cumplir con sus deberes, salvo el ex fiscal Florido, quien se fue asegurando lo contrario?; ¿quién duda que en la Policía Nacional siga la corrupción y que tanto la institución como sus agentes tienen una pésima imagen pública?; ¿alguien podrá negar que ambas entidades tienen que trabajar juntos para combatir eficazmente a la delincuencia? Entonces, ¿para qué traer tantos asesores o relatores para seguir repitiendo diagnósticos que de sobra sabemos todos, por ejemplo, que la salud, educación o la seguridad pública andan por el camino de la amargura?
A nadie, con dos dedos de frente escapa que nuestro sistema de salud es obsoleto, ineficaz e inoperante, que la gente no cuenta ni con una asistencia mínima, sea por falta de camas, porque no hay suficientes profesionales y demás personal indispensable o porque ¡no hay! es la única respuesta que se escucha ante cualquier petición por mejorar el equipo, medicinas, instrumental y ante tan tristes circunstancias, los que no tienen recursos para costearse su recuperación, no les queda otro camino que el del cementerio.
Entonces por favor, no nos vengan a decir que la salud pública en Guatemala está atrasada 20, 40 o 60 años, puesto que al país lo que le urgen son soluciones y no diagnósticos. Por el estilo, ¿a quién sorprende que un relator diga que hay baja inversión educativa, que no es realmente gratuita como lo manda la Constitución, que sigue habiendo exclusión y racismo o que hace falta mucha plata para llevar a cabo una real reforma, construir infraestructura o reparar las escuelas que se siguen cayendo en pedazos?
Me parece magnifico que el jurista español don Carlos Castresana tenga la impresión, cuando suponíamos que llevaba seis meses de estar combatiendo la impunidad en Guatemala, de que existe una enorme falta de coordinación y de colaboración entre el MP y la PNC, ¿es que eso mismo no lo hemos repetido hasta la saciedad, sin ser expertos, ni integrar comités o comisiones que solo representan más gastos y pérdida de tiempo? Yo creo que seguimos confundiendo el sebo con la manteca. Que se impuso la mentada CICIG a troche y moche asegurando que a estas horas la impunidad se iba a acabar; que con traer burócratas, tecnócratas o especialistas con hojas de vida impresionantes se van a componer nuestros males. No señores, siguen equivocados de palmo a palmo. Lo que aquí hace falta es voluntad política, honradez, capacidad, eficacia y conocimientos sólidos para dar buenos resultados, para ello, habrá que arremangarse la camisa para poner manos a la obra. De lo contrario… ¡seguiremos en las mismas!