Para quienes nos formamos en familia y ambiente cristianos, la Navidad representa la fiesta de paz y amor. Pese a que el amor se ha ido quedando enterrado, particularmente el «amor al prójimo», entre los temores, suspicacias y peligros que nos acechan, todavía conservamos esta ventanita cada año para expresar nuestro cariño a seres queridos.
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Lamentablemente, la solidaridad ha ido desapareciendo y cada día ignoramos más a quienes nada tienen con qué celebrar. ¡Qué hermoso sería que en la Nochebuena no faltara la tortilla o el pan, frijoles y café en todo hogar guatemalteco!
Es también el momento de la paz, pese a que no faltarán las noticias de violencia en los últimos días del año. Recordemos, ricos, clase media y pobres, que la paz no cae del cielo sino que la construimos o destruimos los hombres y las mujeres desde nuestros sitios. La paz, que no es solamente parar agresiones físicas y verbales, tiene muchos requisitos, entre ellos, el respeto pleno de los derechos humanos, para todas y todos, la justicia social y la justicia. La impunidad se opone a esta justicia y, por tanto, favorece la violencia y el crimen. Se trata de un muro que protege a criminales, por muchas excusas que se puedan inventar para los actos de éstos.
Por ello, ha sido muy importante y trascendental el papel desempeñado por la CICIG. í‰sta ha demostrado que aun los poderosos deben entregar cuentas de sus actos y responder ante la justicia, aunque los casos se ubiquen solamente en el período del posconflicto armado y correspondan, apenas, a menos del 2% de todos los crímenes. Los ataques contra la CICIG y sus funcionarios han pretendido quitar validez a sus valiosas acciones y no dejan de intentar apuntalar todavía el muro de la impunidad. Por ello es necesario que la comunidad internacional siga apoyando este esfuerzo singular y celebramos el convenio de cooperación entre la ONU y la Unión Europea. Hay casos que trascienden ya las fronteras de nuestro país, como el del ex Ministro de Gobernación, quien se encuentra ahora bajo proceso de extradición en España, y la decisión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de exigir al Estado de Guatemala que investigue la desaparición forzada del ex comandante Everardo de la URNG. Las ejecuciones extrajudiciales son inaceptables, tanto en el caso de guerrilleros como de internos en las cárceles, y quienes sean responsables de ellas deben responder por dichos crímenes. La eliminación de la impunidad por los crímenes del conflicto armado, particularmente crímenes de lesa humanidad, es tan fundamental como la eliminación de la impunidad por los crímenes de hoy.
Por ello, desde el extranjero nos felicitamos por el nombramiento de Claudia Paz y Paz Bailey como fiscal general, porque estamos seguros, con base en su carrera, que hará que finalmente el Ministerio Público sea instrumento eficaz para combatir la impunidad y la violencia. Le corresponde difícil tarea, que comienza con enfrentar el caso del asesinato de la antropóloga Emilia Margarita Quan, tanto en su condición de integrante del movimiento social, tan duramente golpeado en 2010, como en su condición de mujer, una víctima más del flagelo del femicidio. Vemos un rayo de esperanza hacia el 2011; pero ampliarlo será tarea de todas y todos. ¡Feliz Navidad!