Desde puras falsificaciones a fallos de atribución, pasando por enigmas sin resolver e incluso hallazgos inesperados, la National Gallery revela por primera vez al público a partir de mañana los resultados más llamativos y fascinantes de sus investigaciones científicas.
La exposición, titulada «Inspección detallada: falsificaciones, errores y descubrimientos», explora a través de 40 cuadros los retos a los que se han enfrentado los científicos, historiadores y conservadores de la pinacoteca londinense en su análisis de la colección, que cuenta con casi 2 mil 500 obras.
La idea es «mirar los cuadros como un objeto físico, qué les ha ocurrido con el tiempo, quién los ha realizado, quién ha podido intervenir en algún momento», explica Betsy Wieseman, conservadora de pintura holandesa y co-comisaria de la muestra.
«Afortunada o desafortunadamente, la Galería tiene muy pocas obras falsas en su colección. Sólo hay dos en la exposición, pero son fascinantes desde el punto de vista histórico y científico», agregó.
El mayor ejemplo de falsificación engañosa es el «Retrato de grupo», un perfil de estilo renacentista adquirido en 1923 con la convicción de que se trataba de una obra italiana del siglo XV.
«Poco después, algunos críticos empezaron a pensar que el cuadro tenía algo extraño, aunque no sabían decir qué», dijo el otro comisario, Ashkok Roy, director de investigación científica del museo.
Un análisis más profundo determinó que el personaje principal, que se creía que era el Duque de Urbino, no se parecía a ninguno de los retratos existentes de él y que la ropa que lucían los personajes era anacrónica.
Las técnicas científicas permitieron descubrir también que el autor empleó pigmentos que no se usaron hasta el siglo XIX y una capa de barniz de laca como pátina de envejecimiento.
«Nada de este cuadro es correcto para una obra del siglo XV», afirmó Roy, que la define como «una falsificación de principios del XX».
La otra es «La virgen con niño», legada a la National Gallery en 1924 y atribuida al artista boloñés Francesco Francia hasta que una obra idéntica salió a subasta en Londres en 1954.
Cuando se compararon, «quedó claro que la obra recién descubierta -hoy en el Museo Carnegie de Pittsburgh- era la original, y nuestra versión una copia probablemente de finales del siglo XIX».
No fueron los únicos errores. En 1874, el museo creyó adquirir dos obras de Boticelli, «Venus y Marte» y «Alegoría», pero sólo la primera -pintada hacia 1485- era del maestro florentino. La otra: un pastiche posterior de uno de sus discípulos.
«Mirándolo ahora en el siglo XXI, no se puede imaginar cómo pudo confundirse con un Boticelli. Y, sin embargo, ocurrió y costó más dinero que el verdadero», señaló Wieseman.
Otros cuadros fueron transformados con fines comerciales, como el «Retrato de Alexander Mornauer», de un artista alemán desconocido del siglo XVI que el museo compró en 1990 pensando que prefiguraba la obra de Hans Holbein.
Al examinarlo, los expertos se dieron cuenta de que tres siglos después le cambiaron el fondo y el sombrero para que pareciera una obra de este pintor más cotizado. La técnica le devolvió su aspecto original.
También pudo recuperar su apariencia la renacentista «La mujer en la ventana», cuya cabellera rubia fue oscurecida en la rígida era victoriana, su mirada dulcificada y su generoso escote «recatado».
Pero las sorpresas más agradables fueron redescubrimientos como el de «La Virgen con niño», catalogada hasta 1994 como una copia mediocre de una obra del holandés Jan Gossaert, hasta que una limpieza reveló que era el original.
Estos hallazgos se lograron gracias al trabajo del departamento científico del museo, creado en 1934 y hoy líder del estudio de la pintura europea.
Pero incluso los métodos modernos -rayos X, infrarrojos, microscopía electrónica, espectrometría de masas- a veces no dan todas las respuestas.
Es el caso de «El soldado muerto», atribuida erróneamente antaño a Velázquez, pero cuyo verdadero autor sigue siendo un misterio.
«Muchas de las obras están aún en el proceso de investigación. No conocemos las respuestas, pero espero que el hecho de revelar preguntas que nos planteamos sobre nuestra colección provoque un debate y aprendamos de esta exposición» que podrá verse hasta el 12 de septiembre, concluyó Wieseman.