Napoleón murió de intoxicación renal


Arne Soerensen, médico danés ya retirado, es captado en su biblioteca personal, en la ciudad de Aalborg. Este especialista ofrece una hipótesis sobre la muerte de Napoleón. FOTO LA HORA: AFP SLIM ALLAGUI

¿Murió Napoleón envenenado o de un cáncer? El médico jubilado danés, Arne Soerensen, llegó a la conclusión de que falleció a raí­z de una intoxicación renal, tras dedicar 50 años de su vida a estudiar la muerte del emperador francés.


Sentado en su biblioteca que integra más de 500 libros sobre Napoleón I, este especialista en nefrologí­a, afirma haber encontrado las causas del fallecimiento del antiguo emperador y «corregido» así­ la historia.

En un libro publicado en mayo, «Napoleons Nyrer» (Los riñones de Napoleón), eliminó los mitos que rodean su muerte, al afirmar que murió, a los 51 años, de intoxicación renal, y no de envenenamiento por arsénico ni de un cáncer de estómago.

«No soy historiador, sino médico, apasionado de historia, y he estudiado el estado de salud de Napoléon desde su infancia hasta su muerte», dice.

Jefe de servicio durante 28 años en el hospital de Aalborg (norte de Dinamarca) y padre de cinco niños, le apasiona este personaje «aunque Dinamarca fue amputada de su territorio y conoció la bancarrota siendo su aliado».

Desde el final de sus estudios hasta estos últimos años, ha «comprado y tomado prestado un total de cerca de 2.000 obras sobre Napoleón», a cuyo estudio dedicó una media de entre «3 y 4 horas» diarias.

En su chalet de Aalborg, saca «como un tesoro inestimable» pequeños trozos de papel en los que ha tomado notas «cada vez que leí­a un libro», dice, mientras mira con ternura a su esposa Birte, quien ha pasado a limpio «pacientemente durante años las notas al ordenador».

Arne Soerensen analizó con lupa la evolución de la enfermedad de Napoleón y todas sus batallas y observó una relación de causa a efecto.

«En sus sesenta batallas, tení­a los mismos sí­ntomas urinarios que han tenido repercusiones sobre sus facultades de juicio, como fue el caso en la batalla de Borodino el 7 de septiembre de 1812 en la que estaba apático y ausente», dijo.

Terriblemente afectado por la enfermedad, también estaba «aletargado e indeciso» en la fatí­dica batalla de Waterloo, el 18 de junio de 1815.

Napoleón sufrió «problemas de salud desde la edad de los 3 años». Era «agresivo y difí­cil con sus compañeros», según su madre, revela Arne, convencido de que sufrió «trastornos urinarios toda su vida».

Sufrí­a de un encogimiento alrededor del canal urinario, de infecciones crónicas en una vejiga atrofiada, una enfermedad renal, una nefropatí­a obstructiva, que provocó una úlcera al estómago con complicaciones mortales.

«Era un hombre en mal estado, pero sabí­a ocultar su enfermedad, como los grandes hombres al estilo del antiguo presidente estadounidense Roosvelt, que murió de un tumor en el cerebro», señala.

«El diagnóstico final se ha emitido al fin, pero el paciente está muerto y es una pena», lameta, mientras coge otro libro de su biblioteca: la Guerra Civil en Estados Unidos, que está «leyendo dí­a tras dí­a», una nueva pasión.