Jóvenes alertando a jóvenes. Según un reciente informe presentado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en Guatemala la mayoría de víctimas y victimarios de violencia son jóvenes de entre 18 y 35 años.
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Guatemala se caracteriza porque su población es mayoritariamente joven, además, por ser uno de los países latinoamericanos con las peores condiciones políticas, sociales y sobre todo económicas para sus habitantes.
No es de extrañar que precisamente de jóvenes sin empleo, sin acceso a educación y sin garantías mínimas que les permitan desarrollarse plenamente, surjan fenómenos como los denunciados por el PNUD.
En la pasada campaña electoral llovieron ofrecimientos para este sector de la población, la palabra «inclusión» fue la más sonada. Sin embargo, a pocos días de tomar posesión, a la gente del nuevo gobierno, parece que la «peste de amnesia» también los alcanzó.
Se tenía previsto que de inmediato se impulsaría una ley marco de desarrollo integral para la juventud, además, que se asignarían recursos y bienes para conseguirlo.
En varios foros y actividades se concluyó y al parecer, se «comprendió» que la violencia, marginación, desigualdad, conflictividad social y demás fenómenos que carcomen los cimientos de nuestra «democracia», provenían justamente de seguir postergando la atención en materia de prevención para los jóvenes.
Esperar que «el próximo» se encargue en serio del asunto, es mediocre. Según publicaciones de prensa, un diputado de la Unidad Nacional de la Esperanza, cuando se le cuestionó sobre la reducción en el presupuesto asignado para el Consejo Nacional de la Juventud, indicó que «se asignó lo que se pudo» y sobre todo, que al menos se dejan «las bases para que el próximo gobierno haga los cambios necesarios».
La juventud urge y grita políticas a favor. Pero parece que en la enormidad «de cosas más urgentes» nadie escucha su voz.
Involucrar a niños (que pronto serán jóvenes) y a jóvenes (que pronto serán adultos) en una cultura diferente, una más humana, colectiva y sobre todo solidaria, se hace preciso.
Hacer valer un Estado de Derecho se consigue, además, con la organización. Concebir una sociedad diferente es posible, pero requiere trabajo y sobre todo compromiso y convicción para lograrlo. Jóvenes, es el momento.
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