Nada hay imposible


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Nada hay imposible cuando la fuerza de voluntad es poderosa y se impone. Basta un impulso. Un deseo y un querer hacer. Nosotros mismos somos los primeros en sorprendernos, de lo que somos capaces de hacer. Muchas cualidades y destrezas, están adormitadas y corren el riesgo de perderse. Basta una oportunidad para expresarlas. Ejemplos sobran. Al correr de la vida, es indispensable mantener viva una ilusión y no permitir que nada la marchite y menos dejarla que muera. La ilusión nos mantiene activos sin fijar edad ni sexo.

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POR MARIO GILBERTO GONZíLEZ R.

A esa ilusión, tenemos que agregarle la maravillosa oportunidad de aprovechar el tiempo. Tiempo que ya los antiguos advertí­an que por no ser nuestro no debí­amos de desperdiciar.  Ilusión y tiempo se conjugan en don Manuel Sánchez Salvador que, superando las limitaciones visuales, hace dibujos y pinturas que sorprenden por el trabajo minucioso y delicado con que los realiza.

Don Manuel padece desde niño de daltonismo. Limitación que  no le permite distinguir los colores pero que tampoco es un impedimento para pintar y dibujar. Aun así­ se las ingenia para saber qué color usar y el resultado es fascinante. Ver un dibujo de don Manuel –además de apreciarlo con sorpresa- invita a meditar de lo que se es capaz cuando se pone en juego la buena voluntad y no se deja vencer por nada que trate de impedirlo. Siempre existe un medio para lograrlo. Honesto desde luego.

Og Mandino en su libro El Vendedor más grande del Mundo nos regala una sabia reflexión. El roble al primer golpe de la  hacha, permanece firme, resistente, pero de tantos golpe repetidos al fin cae vencido. Con lo que nos quiere decir que la persistencia es necesaria para alcanzar un logro.  Don Miguel Limardo en Luces Encendidas nos ofrece otro ejemplo: A un sólo paso de la cosa más grande. “A veces nos esforzamos con denuedo por la realización de un ideal que hemos acariciado toda la vida.  A punto ya de tenerlo en nuestras manos, o nos detenemos o volvemos atrás. Un pequeño esfuerzo más y eso hubiera bastado.” Para mayor claridad nos refiere: “Mark Twain, aquel fino humorista estadounidense, se encontraba una vez en gran estrechez económica. Estaba entonces en toda su efervescencia en los Estados Unidos la búsqueda de oro en el lejano oeste. Invitó a un amigo aprobar fortuna. Se hicieron de los utensilios necesarios y hacia allá partieron.  Se fueron a una montaña y empezaron a escarbar en busca del preciado metal. Estuvieron dí­as y más dí­as  sacando cubos de tierra, pero no aparecí­a la más mí­nima señal de oro. Casi agotados, decidieron sacar unos cuantos cubos más y de no lograrlo abandonarí­an lo que se propusieron. Así­ lo hicieron y al no conseguir nada se retiraron muy disgustados. Pero sucedió que esa misma noche cayó un fuerte aguacero que puso al descubierto la superficie donde brillaba un rico filón del ansiado oro. Pasaba por allí­ un caminante y, al verlo, se fue y declaró el descubrimiento y la fortuna fue suya. Mark Twain lo comentaba y decí­a: ‘Estuve sólo a unos cuantos cubos de la fortuna’”

A principio del nuevo Año, cuando se forjan tantos retos, ilusiones,  proyectos y propósitos, vale la pena reflexionar sobre lo leí­do y más aún –que es lo importante- ponerlo en práctica sin desmayo ni flaqueza, aun se encuentren dificultades que intenten su no realización. 

Cuando don Manuel me mostró sus dibujos y pinturas quedé fascinado, más aun al saber de sus limitantes visuales. . Quien las ve, duda si realmente padece de ese mal.

Don Manuel Sánchez Salvador nació el 15 de marzo de 1932 en el pueblecito de Almerí­a llamado “Nacimiento” y para aclarar mis dudas y tranquilizar mis inquietudes sobre sus dibujos y pinturas, me dijo:  “Me aficioné a la pintura a los 5 o 6 años de edad para hacerme yo mismo los juguetes pintados en cartón y recortarlos en forma de soldados o cualquier cosa que me gustara, pues éramos muy pobres y padecí­amos los daños de una guerra que nos destrozaba entre hermanos y sin padre no tení­amos ningún dinero para comprar nada.”

Un viejo principio psicológico reza que el interés es producto de una necesidad.  Cuando las limitaciones económicas  se manifiestan, el interés surge poderoso para superarlas y no dejarse vencer por el fracaso y menos, justificarlo por esas limitaciones. Como un escudo espartano, Og Mandino en su libro el Vendedor más grande del Mundo, pone en el cariño y experiencia de Pathros este consejo a Hafid. “Nunca te avergí¼ences  de emprender algo aunque fracases, porque aquel que no ha fracasado nunca no ha intentado tampoco nada” Y añade: “…hay un precepto que debes de recordar…guárdalo siempre fijo en la mente y vencerás obstáculos aparentemente imposibles que ciertamente te confrontarán,  como le ocurre a todo aquel que tiene ambiciones.” ¿Y cuál es ese precepto? –preguntó Hafid- “El fracaso no me sobrecogerá nunca  si mi determinación para alcanzar el éxito es lo suficientemente poderosa.”

Y don Manuel –tal vez sin sospecharlo-  puso en práctica esa determinación poderosa. El mismo lo confirma. “Con el paso de los años empecé a pintar con colores, pero como era daltónico desistí­ de realizar grandes cosas en pintura y me dediqué mayormente a dibujar con plumilla en blanco y negro, pero al gustarme más el color, realicé algunos trabajos, preguntándole a la gente por los tonos del colorido y así­ me defendí­a un poco y sacaba mis trabajos hacia delante con mucha vergí¼enza de enseñarlos, hasta que últimamente decidí­ crear por mi cuenta y con los tonos que se me figuraban algunos trabajos, sobre todo de simetrí­a, que yo creo conveniente, ya que así­, no tengo qué preguntar a nadie, pero si pinto personas, animales, paisajes etc. entonces si pregunto, pues todos los colores oscuros y todos los colores los veo iguales, sólo distingo la intensidad de cada uno, si son más claros o más oscuros. Por ejemplo, un rojo lo confundo con el verde oscuro, con el marrón  u otro similar y lo mismo me pasa con lo azules, violetas etc., los amarillos con los sienas claros, para mí­ todo son lo mismo, no sé qué color es. Una vez que ya me dicen el color hago mezclas un poco absurdas que a veces me salen bien o medio bien, pero así­ es la forma que tengo de medio defenderme para salir hacia delante y poder enseñar mis trabajos.” Me impresiona su espontánea sencillez.  Porque además de hacer estas cosas bellas, tiene destrezas para otras manualidades como arreglar cintas de video y casete con aparatos que él mismo ha fabricado.

Deseo que el lector disfrute de los dibujos y pinturas de don Manuel Sánchez Salvador y confirme que cuando hay buena voluntad, todo es posible.