Nada es para siempre


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En Guatemala y en la mayoría de países del mundo, cuando se llega a alcanzar, casi siempre por amistad o compadrazgo, un cargo público que no solo otorga poder a la persona, sino que también da la oportunidad de robar descaradamente del erario nacional al grado de convertir a pobretones o semipobretones en esplendorosos millonarios, cometiéndose incluso otros hechos delictivos que pueden llegar al asesinato, se tiene la triste y nefasta idea de que todo dura para siempre.

Héctor Luna Troccoli


Y no es así. En este mundo terrenal todo termina de una u otra manera y, de manera definitiva, con la muerte, que puede ser por edad o por algún hecho violento, natural y usual en nuestra adolorida Patria.

Esta “eternidad” de la impunidad, de la corrupción, de la prepotencia, del abuso y del robo descarado de los funcionarios públicos está revestida de una muralla de indiferencia hacia el futuro y se olvidan, que aunque lamentablemente somos un pueblo conformista, olvidadizo, indiferente y cobarde que no nos permite, allí sí, ejercer el verdadero poder público de los distintos actores sociales para castigar a estos energúmenos: al dejar el poder los “amigos” se alejan y surgen los verdaderos enemigos que están buscando la oportunidad de cobrarse lo que los otrora mandamases les deben, sin importar cuántos guaruras tengan, aparte de que el nuevo gobierno tratará también de hacerles los principales actores de la vindicta pública, a través de un Ministerio Público y jueces que también se unirán al grupo de cobra-cuentas.

En mi estudio tengo una inscripción en madera que dice una verdad evidente: “POLÍTICA. LA MEJOR FORMA DE CREAR FALSOS AMIGOS Y VERDADEROS ENEMIGOS”. Y no es cuento.

Quienes hoy ostentan el poder, estando a  menos de dos años y medio de volver a la llanura o al menos ya no ser los mandamases de la nación, no parecen percibir lo que decía Mercedes Sosa de que “todo cambia”, hasta el temible Pinochet, que aunque murió de viejo pasó por una etapa en su vejez en el exilio, extradición, cárcel y juicio, fuera de quedarse sin aquella temible “mano dura” que ejerció por varios años.

Dos años no es mucho y aunque los que ahora nos gobiernan tiren sus líneas para asegurarse impunidad, los que vienen atrás con la idea de sustituirlos, aunque me den temor por el futuro de Guatemala, tienen ganas de cobrarse revanchas justas o injustas y quien tiene el poder tiene el mando y los medios para “deshacerse” de enemigos de antes o de ahora.

Esa pérdida de poder se va sintiendo un año antes o a veces menos cuando ya no importan sus órdenes, sino buscar reacomodos que a los actuales funcionarios les permita seguir mamando del erario público congraciándose con los posibles ganadores. Ya no digamos en el Congreso (puaj) que tiene el transfuguismo como una de sus  principales reglas de la inmoralidad que los rodea.

Un mes o dos meses antes de dejar el cargo ya son solo sombras que vagan por pasillos del Palacio Nacional o las dependencias públicas, pues los “nuevos”, ya empiezan a buscar oficinas, automóviles, verificar salarios y privilegios, conseguir guaruras y amantes, establecer  los contactos para los nuevos negocios turbios que vendrán y sobre todo, planificar como hacen pagar, a sus antecesores, lo que posiblemente les hicieron.

Habrán denuncias por doquier, la mayoría de carácter mediáticas y una que otra a través del Ministerio Público, que si el nuevo fiscal no se pone firme, se destituirá, gracias a que la ley es de hule y en último caso, cortésmente se le pedirá la renuncia, antes de que él o su familia sufra de un “accidente”.

Si Lord Acton dijo que el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente, yo agregaría que el poder no dura para siempre y que el “riatazo” cuando se cae de él es más duro mientras más alto se está.

Si a lo anterior unimos la prepotencia de quienes llegan a ocupar altos cargos que los hace menospreciar a los demás, incluso a viejos amigos fieles y honestos, deben recordarse del dicho de que nunca hay que decir “de esta agua no he de beber”.

Muchos saben de esta situación y tratan de prolongarse en las esferas de las alturas del poder supremo como Arnoldo Medrano que durante 25 años ha detentado la alcaldía de Chinautla o tantos otros diputados como Arístides Crespo, “el decano”, que saben que hay que seguir sacrificándose por el pueblo. Los que buscarán otros nidos como esa triste y  absolutamente inútil cosa que se llama Parlacen, para evadir a la “justicia” o a quienes quieren tomar venganzas mediáticas.

Faltan dos años y yo solo diría como mi abuelita “echen pan en su matate”. ¿Aloyen?