En la lejana época colonial no existía Guatemala como hoy la vemos en el mapa, existían naciones indígenas que eran descendientes de los mayas y otras vinieron del altiplano de los que hoy es México. Haré referencia a los manchés y al final de este artículo a los itzá. El actual municipio de Chahal es el último de los pueblos que formaron la civilización de los Manché, nación que prácticamente desapareció ya que sus habitantes no aceptaron el cristianismo y el dominio extranjero. Hubo enfrentamientos y algunas invasiones de los llamados indígenas infieles sobre los pueblos que lamenten había sido formados, contribuyendo esto a la extensión general de aquellas naciones, Así que nada sabemos sobre el idioma manché.
Lo poco que sabemos proviene de informes de padres dominicos que realizaron la conquista pacífica de las Verapaces. Existe un libro: Relación Histórica Descriptiva de las Provincias de las Verapaces y de la del Manché. Autor: Martín Alfonso Tovilla, año 1635.
Sucede que en esta lectura y algunas otras sobre la conquista del Petén, a finales del siglo XVII, nos enteramos de varias naciones indígenas: Lacandones, Itzaes, Mopán, Chol; Manché y otras. De ellas solamente quedan algunos hablantes del idioma Itzá en los alrededores del lago de Petén Itzá. Los demás prefirieron internase en la selvas en donde llevaban una existencia precaria.
Cuando Tovilla fue nombrado Alcalde Mayor de las Verapaces realizó un viaje largo y pesado, saliendo de España, llegó a Guadalupe, Trujillo, Santo Tomás de Castilla Golfo Dulce, Izabal, río Polochic, Cobán cabecera de la alcaldía. Para presentar sus nombramientos continúo el viaje a la ciudad de Santiago de Guatemala, capital del Reino o Capitanía General. Fueron muchos días de camino.
La alcaldía de las Verapaces comprendía hasta Sacapulas, Golfo Dulce o El Manché, lugares que naturalmente visitó. En la población de San Miguel del Manché se enteró de los alzamientos de indígenas de los no conversos. Organizó expediciones militares para combatirlos y tratar de atraerlos. En San Miguel de Manché fundó el poblado de Toro de Acuña. Poniéndole dicho nombre por las razones que expone en su libro.