El anuncio de que el banco Northern Rock va a ser nacionalizado provocaba hoy numerosas críticas en Gran Bretaña, sobre todo contra el ministro de Finanzas, Alistair Darling, ya acusado de poca seriedad por sus últimos proyectos de reforma fiscal.
En rueda de prensa mensual, organizada hoy en Downing Street, el primer ministro Gordon Brown, escoltado por Darling, intentó defender la gestión de la crisis.
El gobierno tomó «las buenas decisiones», dijo Brown, y justificó los cinco meses empleados por las autoridades para decidir el futuro de la entidad bancaria, subrayando que habría sido un error actuar de forma precipitada.
El gobierno laborista causó una sorpresa general ayer por la tarde al anunciar que iba a nacionalizar este banco especializado en crédito inmobiliario, que estuvo a punto de declararse en quiebra a principios de septiembre debido a la crisis de los créditos inmobiliarios de riesgo en Estados Unidos, las llamadas subprimes.
El ministro de Finanzas británico va a presentar inmeditamente ante el Parlamento el proyecto de nacionalización, que será una realidad dentro de algunos días.
En la oposición, los liberales-demócratas elogiaron esta nacionalización, que exigían desde hacía meses, pero acusaron a Darling de haber titubeado inutilmente, mientras el candidato conservador al puesto de ministro de Finanzas, George Osborne, denunció una decisión que lleva a Gran Bretaña de «vuelta a los años 70».
Esta década había estado marcada por una dolorosa crisis económica y a esos años se remonta también el último ejemplo de nacionalización de una empresa británica, el grupo Rolls-Royce, realizada en aquella ocasión por un gobierno conservador.
Por otra parte, los dos pretendientes de Northern Rock, el grupo Virgin y la propia dirección del banco, cuyas ofertas de compra habían sido consideradas insuficientes por el gobierno, no ocultaron su decepción.
Los accionistas del banco, que podrían recibir una compensación casi simbólica o incluso nula, según ciertos analistas, denunciaron también la nacionalización y algunos amenazaron incluso con intentar anular esta decisión ante la justicia.
La mayoría de los editoriales de prensa no escatimaban críticas hoy, sobre todo contra Darling, quien la semana pasada tuvo que dar una sonora marcha atrás en un proyecto de tasación de los bienes en el extranjero para ciertos contribuyentes ricos, lo cual ensució su reputación, ya de por sí maltrecha desde finales del 2007, cuando se hizo pública la misteriosa pérdida de datos sensibles de miles de ciudadanos por parte de los servicios fiscales.
«De ministro de hierro a ministro de la vacilación, Alistair Darling se ha derrumbado después de una serie de increíbles contorsiones», publicó The Guardian, diario de calidad situado a la izquierda.
Para el Daily Telegraph, la «credibilidad del gobierno Brown en materia económica sufrió un golpe severo».
La única excepción fue el Financial Times, que se mostró comprensivo con el ejecutivo y afirmó que había «tomado una decisión delicada, difícil y no ideológica» aunque admitía que «el hecho de necesitar cinco meses para llegar aquí obliga a hacerse preguntas».