Nacen, crecen y viven en violencia


Ser niño tendrí­a que ser sinónimo de felicidad y alegrí­a… El vivir la vida sin tener que preocuparse de nada más que comer, jugar, dormir, y claro está estudiar, para poder ser alguien productivo más adelante, cuando ya se haya llegado a una edad adulta. Poder contar con el apoyo de los padres mientras el niño se desarrolla como persona, serí­a el ideal perfecto de vida para cada sociedad, pues permite al ser humano el llegar a su potencial y explotarlo en beneficio de su comunidad.

Carlos Duarte
lahora@lahora.com.gt

Pero en tiempos violentos, en una sociedad violenta, los más débiles y vulnerables son lo que más sufren las consecuencias… En un paí­s en donde la vida tanto de hombres como mujeres adultos no es respetada, es cuestión de tiempo antes de que los niños se vean envueltos en esta vorágine de violencia, ya sea como ví­ctimas o como victimarios. Incontables reportes de prensa indican que las denominadas «maras» o pandillas juveniles se encuentran reclutando a niños y jóvenes menores de edad, ya sea como mensajeros, cobradores o hasta sicarios.

La psicologí­a detrás podrí­a ser que «nadie sospecharí­a de un niño»… o tal vez que como a un niño no se le puede juzgar como un adulto, es preferible que el niño cometa el crimen, ya que ellos jamás recibirán una sentencia grave por lo que hicieron.

Según el Observatorio sobre la Situación de Violencia a la Niñez y Adolescencia en Guatemala, iniciativa que nace a partir de que la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala (ODAGH) ha venido monitoreando y presentando públicamente el Informe Anual sobre la Situación de la Niñez en Guatemala desde el año 1996 a la actualidad, durante los meses de enero a julio del 2008, los medios de comunicación contabilizaron un total de 318 muertes violentas de menores de edad, de los cuales 155 murieron debido a heridas por arma de fuego. Aproximadamente un 49% de las muertes de menores de edad, se deben a esta causa.

En general son los adolescentes, hombres y mujeres, de 11 a 18 años de edad, los que más están muriendo en el paí­s, precisamente en las edades de su formación e incorporación al mundo laboral, sumando 221, del total de 318 muertes violentas contabilizadas, siendo un porcentaje del 69 %.

En el caso de los niños y niñas, desde neonatos hasta 10 años de edad, el total de muertes asciende a 97 casos de muertes violentas, representando un 30 % del total. Del total de muertes violentas contabilizadas, 204 victimizan a niños y adolescentes varones, o sea un 64 %, y 102 a niñas y adolescentes mujeres, o sea el 32 %.

En una guerra, los bandos involucrados deben de respetar la vida de mujeres, niños y ancianos, según las reglas de combate, pero estas reglas nunca son respetadas, y siempre abundan reportes de militares y soldados que no respetaron la vida de los más débiles y vulnerables. Ahora si esto puede pasar en una guerra… que podrí­a ocurrir en un paí­s en donde supuestamente hay paz.