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Dos millones de niñas sufren cada año la mutilación genital femenina.
Más del 95% de las mujeres de países como Somalia, Egipto y Yibuti han sufrido esta mutilación en alguna de sus diferentes formas.
Entre cien y 130 millones de mujeres han sufrido algún tipo de mutilación genital femenina. Este es uno de los datos recogidos en el informe de Save the Children sobre esta terrible tradición tan presente en el continente africano.
La mutilación sexual femenina se practica en 28 países de ífrica:
Benín (50%), Burkina Faso (entre el 43 y el 66%), Camerún (20%), Chad (60%), Costa de Marfil (60%), Egipto (97%), Eritrea (90%), Etiopía (90%), Gambia (entre el 60 y 90%), Ghana (entre el 15 y el 30%), Guinea (entre el 70 y el 90%), Guinea-Bissau (50%), Kenia (50%), Liberia (entre el 50 y el 60%), Malí (entre el 90 y 94%), Mauritania (50%), Níger (20%), Nigeria (50%), República Centroafricana (50%), República Democrática del Congo (5%), Senegal (20%), Sierra Leona (entre el 80 y 90%), Somalia (98%), Sudán (89%), Tanzania (10%), Togo (12%), Uganda (5%) y Yibuti (entre el 90 y 98%). Pero también se practica en Europa, Estados Unidos y Oriente Medio entre inmigrantes procedentes de estos países.
La edad para sufrir esta práctica varía desde unos pocos días de vida a los 20 años, aunque en la mayoría de los casos suele efectuarse a niñas de entre 12 y 14 años. Hay cuatro tipos diferentes de mutilación, desde la circuncisión (la menos grave), pasando por la escisión e infibulación hasta la más grave consistente en la eliminación completa de los genitales femeninos externos y que puede incluir el uso de sustancias corrosivas, etc.
En la mayoría de los casos, la práctica de la mutilación genital femenina se basa en tradiciones profundas o creencias religiosas y culturales. Esto hace que las jóvenes se mantengan vírgenes hasta su matrimonio, evita comportamientos inmorales, previene muertes prenatales o se considera una imposición religiosa. La razón real es el control de la sexualidad de jóvenes y mujeres.
Consecuencias para toda la vida
Generalmente, estas operaciones son realizadas sin las mínimas condiciones higiénicas y con cuchillas u otros instrumentos cortantes sin esterilizar, sin ningún tipo de anestesia o sólo con pastillas para paliar el dolor.
La mutilación genital femenina puede tener importantes consecuencias físicas inmediatas (hemorragias, infecciones o tétanos) y permanentes (dificultades a la hora de orinar, infecciones crónicas, infertilidad, fuertes dolores durante relaciones sexuales, el embarazo y el parto). Además, es una experiencia traumática para todas las niñas.
Mariam es una niña de 16 años de Malí y sufrió la mutilación cuando sólo tenía diez años: «Tenía muchas ganas de que me lo hicieran porque significaba que iba a ser una mujer. Cuando llegó el momento una vecina sujetó mis piernas y otra mis brazos. Me dijeron «No llores, es el honor de tu familia». Sentí un dolor intenso, vi mucha sangre y perdí el conocimiento. Estuve enferma durante más de 40 días. Nunca lo olvidaré. Gracias a la ayuda recibida de una ONG´s sé controlar mi orina. Ahora tengo una hija y siempre lucharé por sus derechos y no dejaré que nunca sea mutilada».
Leyes y sensibilización
Gracias a las campañas de sensibilización y mediación realizadas por todo el mundo, los gobiernos de países como Burkina Faso, Senegal, Costa de Marfil, Ghana, Yibuti, Guinea, Togo, Tanzania, Kenya o República Centroafricana han adoptado leyes para prohibir esta práctica. Sudán, Egipto y Etiopía la consideran un delito. Algunos países en Europa como Suecia, Reino Unido o Bélgica han adoptado leyes específicas contra esta mutilación. En España, el Código Penal la considera un delito.
Por desgracia estas leyes no son suficientes, porque las personas viajan, para realizar esta operación, a países donde todavía no está prohibida. Es muy importante de trabajar juntos a nivel regional e internacional para terminar esta práctica. Save the Children trabaja en ífrica Occidental junto con ONG´s locales para sensibilizar a la población sobre esta tradición perjudicial y sus graves consecuencias.