El presidente de Pakistán, Pervez Musharraf, inauguró este viernes su segundo mandato, el primero como civil, frente a una oposición más dividida que nunca después del anuncio de que el estado de excepción será levantado el 16 de diciembre.
Musharraf tenía previsto presidir este viernes su primera reunión como presidente civil, dos días después de inclinarse a la presión internacional y abandonar su puesto de jefe de las Fuerzas Armadas.
En un mensaje dirigido a la nación el jueves, tras jurar su cargo para un segundo mandato de cinco años, Musharraf aseguró estar decicido a levantar a mediados de diciembre las medidas de urgencia decretadas el 3 de noviembre.
Este gesto, y su renuncia al uniforme, fue saludada por la líder de la oposición, Benazir Bhutto.
La que fue primera ministra dijo que su formación, el Partido Popular de Pakistán (PPP), tenía la intención de participar en las elecciones generales del 8 de enero, aunque «bajo protesta» y reservándose el derecho a retirarse si observa irregularidades.
El PPP tenía previsto difundir su programa electoral este viernes, en medio de llamamientos a la limpieza de los comicios.
«Es el momento clave para dar con soluciones a los problemas, incluida la dictadura a la que hace frente Pakistán, y eso sólo es posible llevando a cabo elecciones libres y justas», dijo la portavoz del partido, Sherry Rehman, a la cadena de televisión Dawn.
En cambio, otro ex primer ministro, Nawaz Sharif, un conservador próximo a grupos religiosos, derrocado por Musharraf en el golpe de Estado de 1999, dijo que la coalición de oposición liderada por su partido boicoteará las elecciones pese a las promesas de Musharraf.
«Lo rechazamos, no aceptamos esta revocación del estado de excepción», dijo Sharif en conferencia de prensa.
Al mismo tiempo, volviendo sobre la posibilidad de boicotear las elecciones, Sharif se dio cierto margen de maniobra al afirmar que sólo llegará a ese extremo si todos los grandes partidos de la oposición se suman al mismo.
Estados Unidos, que considera a Musharraf como uno de los aliados claves en la lucha contra el integrismo islámico, valoró el fin del estado de excepción como «un paso esencial» para la reconducción del país hacia la democracia.
«Saludamos esta medida», dijo el portavoz de la Casa Blanca, Dana Perino, instando a Musharraf a garantizar a sus rivales la libertad de expresión y reunión.
El presidente citó el recrudecimiento de la actividad islamista y las interferencias de la justicia como las razones para decretar el estado de excepción hace casi un mes.
El jueves argumentó que era posible ponerle fin porque «la situación ha mejorado mucho en conjunto, el sistema democrático funciona según lo programado, y el terrorismo ha sido controlado en un alto grado», explicó.
«Espero que no se creen obstáculos para desestabilizar el proceso tal y como se hizo en el pasado», advirtió el presidente.