Murió el Rey del Tambor: Tata Gí¼ines


El fallecimiento del Rey del Tambor ocurrió ayer en Cuba.

Cuba perdió a otra de las leyendas de la época de oro de su música tradicional: Tata Gí¼ines, uno de sus más grandes percusionistas de todos los tiempos, falleció ayer en La Habana a los 77 años, tras llevar su arte a exigentes escenarios del mundo.


El músico, cuyo verdadero nombre era Arí­stides Soto y a quien llamaban el «Rey del tambor» o «Manos de oro» por su destreza con las tumbadoras, murió en un hospital de La Habana, adonde habí­a sido internado hace nueve dí­as con problemas renales, dijeron familiares y amigos.

Tata Gí¼ines, aplaudido en escenarios de Nueva York en los años 50, recobró vigencia mundial al participar en el famoso disco «Lágrimas negras», del cantaor Diego «El Cigala» y el destacado pianista cubano Bebo Valdés, grabado en 2003 y lanzado con gran éxito en 2004.

«Mi padre era muy alegre, entusiasta, lleno de vida, con deseos de seguir viviendo. Tení­a muchos proyectos, giras, discos, documentales, estaba muy cargado de trabajo», comentó Arturo Soto, uno de los cuatro hijos del percusionista.

Cuando cayó enfermo, añadió Soto, se aprestaba a proseguir con una gira por España, Francia, México, Colombia y otros paí­ses, para acompañar al cantaor Diego «El Cigala» en la promoción de su CD «Dos Lágrimas», segunda parte del galardonado «Lágrimas negras».

El músico cubano, de intensa vida bohemia, participó en tres discos que ganaron Premios Grammy: «Lágrimas negras», «La rumba soy yo» (2000) y «Cuban Odyssey» (2003).

Su cuerpo es velado este lunes en una funeraria de La Habana y el martes será sepultado, entre la música de bandas y toques de tambor, en su poblado natal, en Gí¼ines, 50 km al sureste de La Habana, precisó Soto, de 44 años y quien siguió los pasos de su padre en la música.

«Tata para nosotros, para la música, representó lo máximo, es el padre de todos nosotros. Primeramente Chano -el músico cubano que introdujo las tumbadoras en el jazz estadounidense-, en aquel entonces, y después el maestro Tata, que era lo máximo», declaró en la funeraria el percusionista José Luis Quintana «Changuito», de 60 años, y quien también participaba en la gira con «El Cigala».

Considerado uno de los herederos de Tata Gí¼ines, Yaroldy Abreu, percusionista de 30 años, manifestó junto al féretro: «Hoy murió la leyenda de los tumbadores del mundo».

Su muerte es otra pérdida sensible para la música tradicional cubana, que en los últimos cinco años se quedó sin sus célebres músicos de los años 50, al fallecer figuras como Ibrahim Ferrer, Pí­o Leyva, Compay Segundo y Rubén González, todos estrellas de Buena Vista Social Club.

Tata Gí¼ines nació el 30 de junio de 1930 en un hogar pobre de creyentes en ritos de africanos, de donde provinieron su amor por los tambores y el apelativo de Tata, completado con el nombre de su pueblo.

Premio Nacional de la Música en 2006, Diploma al Mérito Artí­stico del Instituto Superior de Arte (ISA) de La Habana, su nombre artí­stico fue adoptado por una marca de tambor de la fábrica de instrumentos musicales de Cuba.

Cuando conoció a Chano Pozo (1915-1948), tocaba en cualquier lugar y dormí­a donde lo sorprendiera la noche, tras actuar en bares y cabarés de La Habana de entonces, contó en una ocasión.

En 1957 viajó por dos años a Nueva York. Trabajó allí­ con Dizzy Gillespie en el hotel Waldorf Astoria, uno de los más prestigiosos de aquella ciudad estadounidense.

Regresó a Cuba en 1959, poco después del triunfo de la revolución de Fidel Castro, donde se unió al grupo de jazz de Frank Emilio, para después formar su propia orquesta.