Mujeres comprometidas ¿Con quién?


Históricamente el componente ideológico que predomina las relaciones en sociedad, es aquel que favorece a los grupos dominantes.

Lourdes ílvarez
usacconsultapopular@gmail.com

En nuestro caso, los grupos dominantes que acaparan el poder, no sólo pertenecen a clases económicas superiores, sino que por lo general, son hombres que promueven antivalores de solidaridad, equidad y justicia. Pero ojo, también existen mujeres.

A pocos dí­as de conmemorar el Dí­a Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, es necesario resaltar que Guatemala sigue siendo un terreno difí­cil en este tema, en lo que va del año 711 mujeres (contando sólo cifras oficiales) han sido asesinadas. Sumando cifras del 2008 y del 2009 se cuentan 2,514 ví­ctimas, y si seguimos retrocediendo en los años, los números y la saña con que se cometieron los crí­menes se incrementan brutalmente.

Varios analistas coinciden en señalar que la violencia hacia las mujeres tiene varios componentes. En las relaciones sociales, culturales, polí­ticas, son las condiciones de marginalidad, discriminación, entre otras, las que tienen impacto directo en la vida de las mujeres y en la sociedad en su conjunto.

Las mujeres guatemaltecas además de ser asesinadas con armas blancas y de fuego, son condenadas a morir por hambre, falta de atención médica, celos, participación polí­tica, entre otros.

Terribles casos han quedado registrados: la antropóloga Myrna Mack, asesinada en 1990 por fuerzas del Estado Mayor Presidencial y miles de mujeres más que perdieron la vida durante 36 años de represión estatal, dan cuentan de la trágica historia.

Más del 50 por ciento de la población total son mujeres, en su mayorí­a mujeres rurales indí­genas y campesinas, quienes particularmente han quedado fuera de acceso a un desarrollo integral.

El reconocimiento de este tipo de fenómenos hacia un sector especí­fico permitirá abordarlo y combatirlo de forma clara.

Lamentablemente son cientos de mujeres asesinadas y violentadas, pero hoy también son cientos las que cuentan con agendas y propuestas polí­ticas que dejan claro que la violencia hacia las mujeres no constituye un acto natural, es un acto producto de las relaciones desiguales y es un fenómeno que puede ser erradicado en todos los niveles, con la verdadera incorporación, reconocimiento y empoderamiento de las mujeres.

Aunque no de forma oficial, es tiempo de campaña electoral, pero también es tiempo de poner los ojos y el dedo sobre aquellos partidos polí­ticos que utilizan a las mujeres para «llenar requisito», o de aquellos partidos que enarbolando el protagonismo femenino se escudan en un nombre de mujer para promover «el cambio».

Claro que se necesitan más mujeres en puestos públicos desde donde se puedan generar cambios, pero deben ser mujeres que no le apuesten a seguir alimentando el sistema machista y patriarcal que nos rige y nos mata.