«La anticuada» era el nombre de la joven Albertina Román, y ningún muchacho la invitaba a salir, porque ella siempre se negaba a satisfacer los exigentes caprichos masculinos.
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Sus amigas, le pedían que cambiara y fuera como ellas: liberadas, alegres y complacientes; de esa manera, le decían, conocería todos los secretos del amor y placer.
Pero ella se negó a ser así, y se dedicó, en cambio, a esperar pacientemente a un hombre bueno que apreciara su pureza femenina, y con quien pudiera formar un hogar feliz y virtuoso.
Ahora, «la anticuada» ha cumplido 40 años de dichosa vida matrimonial, y de sus antiguas conocidas, las que no se divorciaron se suicidaron, y las otras están en la lista de las sufridas madres solteras.
LA VIDA TRIUNFANTE PIDE SABIDURíA Y PACIENCIA.