Muchos sombreritos de paja podrán haber


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A nuestros políticos tampoco les aburre ponerse trajes y complementos de vestuario. Incluso antes de llegar al poder visten cuánta cosa les de la apariencia de estar con la población. Pero olvidan que eso mismo hizo Arzú, luego Serrano, Berger, para continuar con Portillo, repetirse con Colom y ahora Pérez Molina. ¿Para qué tomarse tantas fotos con saquitos típicos o sombrero de paja, si se pasan todo el tiempo gobernando dándole la espalda a los reales intereses populares? Mucho tiempo ha pasado sin que ellos se percaten que la gran mayoría rechaza las payasadas y si a ello se suma la vestimenta autóctona utilizada solo de disfraz el desagrado es total.

Francisco Cáceres Barrios
fracaceres@lahora.com.gt


De nada sirven tantos sombreritos de paja, si el país sigue retrocediendo su índice de competitividad en el concierto de las naciones. El informe presentado la semana pasada por FUNDESA consigna que Guatemala retrocedió, por segunda vez consecutiva, pasando de la posición 98 a la 102 al no haber mejorado el clima de negocios, ni elevar el nivel de educación,  ni que el gobierno participe en el afán de volvernos más eficaces en tecnología de la información y la comunicación. Panamá y Costa Rica nos están comiendo el mandado, mientras El Salvador y Nicaragua  van mejorando posiciones.

    La distribución de 10 mil bolsitas de alimentos podrá ser bien acogida por las poblaciones que se están muriendo de hambre, como magníficas oportunidades para salir en fotos aquellos empoderados políticos y quienes aspiran a llegar a hacer más negocios de lo que han hecho pero, ¿realmente es útil para combatir eficazmente las necesidades y carencias que por millares siguen padeciendo nuestras mujeres y niños en el interior del país?, ¿no sería mejor emprender con mayor inteligencia y mejor tecnología los puntos clave que tanta falta nos hacen para atraer más inversiones a nuestro país?

    Vaya si nuestros políticos no son tercos. Siguen sin aprender que lo que realmente motiva a la población para apoyar a un gobierno son los buenos resultados. Eso mismo atrae la atención hacia quienes viven frotándose las manos mientras alcanzan mejores posiciones, incluso la silla presidencial. Solo funcionan los hechos comprobables, como las efectivas evidencias de progreso. No son los discursos, ni vivir poniendo rosas entre dos manos izquierdas, mucho menos, aparentar con trajes autóctonos su real interés por resolver los problemas del país. Algo más, los éxitos se logran aplicando la ley, enjuiciando a tanto pícaro que sigue dándole rienda suelta a sus intereses personales, entre tantos los 48 alcaldes acusados de malversación, incumplimiento de deberes, abuso de autoridad y concusión, como a varios  jueces que cada vez más hacen imposible lograr el prestigio necesario que requiere un Organismo Judicial sin corrupción. ¿Qué nos pasa? ¿Por qué si el Congreso está cayéndose en pedazos no hacemos nada por detener el tsunami que ya arrastra toda la administración pública de nuestro país?