Mucho tardó Zelaya en volver


Evidentemente las posibilidades de que Zelaya retomara el poder del que fue despojado por el comando militar que lo sacó de la casa presidencial en pijama y lo fue a dejar al aeropuerto de Costa Rica, se estaban esfumando por el paso del tiempo y la contundencia de la posición del régimen de facto que no se arrugó ni con las presiones de los Estados Unidos. Por ello no le quedaba otra que ingresar a territorio hondureño y buscar que su presencia encendiera la participación de sectores del pueblo que manifestaran su presión para obligar a las autoridades locales a deponer su postura.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

Y es que el contundente respaldo internacional no estaba sirviendo para doblar el brazo a Micheletti y su equipo, por lo que sin la presión de un frente interno era muy difí­cil que se pudiera restablecer el orden constitucional. Ahora queda ver cuán consistente es ese respaldo de la población, aunque de entrada me parece que ha sido imprudente la actitud de dirigentes que afirman que el siguiente paso es instalar nuevamente a Zelaya en el poder para que se convoque a una Asamblea Constituyente que haga una nueva Constitución que le quite el poder que ahora tienen diez familias hondureñas, según lo que sostienen esos simpatizantes de Zelaya.

Cierto es que el gobierno de Micheletti nunca aceptó el plan Arias y por lo tanto Zelaya no tiene por qué honrar ese planteamiento, pero en honor a la verdad, la actitud que están tomando sus allegados lejos de facilitar el entendimiento y la concordia, lo que hace es polarizar de tal manera la situación que puede darse una situación graví­sima en Honduras, toda vez que los grupos oligárquicos tienen el respaldo del Ejército y si sienten su posición realmente amenazada, no serí­a remoto que se usara la fuerza para reprimir a los grupos que tratan de reformar la Constitución.

El problema para la comunidad internacional estarí­a en que si al restituir a Zelaya en el poder éste intenta reformar la Constitución para reelegirse, todos los paí­ses que le apoyaron por defender precisamente el orden constitucional quedarí­an muy mal parados, incluyendo desde luego a los Estados Unidos y por lo tanto parece poco viable que se pretenda «normalizar» la situación sobre la base de un borrón y cuenta nueva, mandando a la cesta de basura a esa misma Constitución cuya defensa es el argumento fundamental para que Zelaya retorne al poder.

Creo que el paso dado por Zelaya era crucial para su aspiración de retomar la presidencia, pero también puede ser fatal para el paí­s, para la paz social, si sus seguidores toman un rumbo que los lleve a nuevos y más graves niveles de confrontación, puesto que en esas condiciones no cabe la menor duda de que el enfrentamiento será violento por ambas partes. Falta ver cuál es el papel de las fuerzas armadas, puesto que de ello dependerá mucho lo que ocurra en el futuro. Si hacen causa común con el pueblo, cosa que se ve como poco probable, el gobierno de Micheletti no durarí­a más de unas cuantas horas. En cambio, si mantienen su alianza con los poderes tradicionales del paí­s, lo cual es previsible, vendrán momentos difí­ciles.

Una división de las fuerzas armadas es un escenario posible que debemos tener presente al momento de visualizar qué puede ocurrir en las próximas horas en Honduras, donde la presencia de Zelaya cambió por completo el panorama.