Dentro de los concursos de las mejores fotografías, estoy seguro que una de las tomadas esta Semana Santa desde un helicóptero a las playas del Puerto San José, en el Pacífico, ganaría el primer puesto. Es que de verdad que únicamente mirando esa fotografía se puede creer que sea posible que se haya acumulado ahí tanta gente.
Me imagino que la gran mayoría de esas gentes no alquilaron hotel ni pensión alguna, y es entonces que uno se pregunta cómo le hicieron a la hora de tener que satisfacer sus necesidades fisiológicas.
En cuanto a las evacuaciones líquidas, pues nada más fácil que sentarse a la orilla del mar y proceder, pero, para las cosas sólidas me imagino que muy probablemente la municipalidad instaló inodoros portátiles. Sin embargo a la hora de la hora, cuando ya no había cupo, adivinaría que los hartones de frijoles hubieron de agenciarse otras alternativas, peor aún si, por el exceso de cerveza y pollo campero abundaron las diarreas.
Dice la Lila mi mujer, que en el caso de los patojos, que dicen «mama, quiero hacer popó», pues a abrir un hoyo en la arena mientras los hermanos cubren alrededor con unas toallas y luego a tapar las heces y el papel con bastante arena. Naturalmente que todo ello se complicaba cuando el afectado de diarrea era la abuelita setentona.
Me imagino que la Municipalidad distribuyó papel y cucharones de albañil para abrir los hoyos, y que así en algo se evitó mayor contaminación del mosqueado ambiente, pero, a pesar de todos esos cuidados, el agua del mar debe haberse contaminado.
Interesante habría sido que la Muni hiciera cultivos del agua de las playas para saber a ciencia cierta si los nadadores se estaban bañando en agua con caca y tragándose sus buenos buches.
Para el año entrante sería bueno habilitar algunos otros amplios espacios a la orilla del mar, e instalar suficientes inodoros portátiles, algo así como balnearios populares para estos millares de paisanos que no tienen fondos para pagar un hotel pero que tienen derecho a gozar de las olas del mar evitando las incomodidades que implica el hacinamiento de gentes tal y como se observó este año en el Puerto de San José y, en donde, puedo asegurar que a los muchachos salvavidas del IGSS debe habérseles complicado su trabajo.
El caso de los parques que como Xetulul de Ricardo Castillo Sinibaldi y que se pusieron al servicio de los trabajadores de la empresa privada se ha sentado un buen ejemplo, pero sus puertas no están abiertas para todo el mundo y por lo tanto, son muchas las familias que no pueden gozar de esas atractivas facilidades evitando la contaminación que conlleva un hacinamiento tan impresionante como el del Puerto de San José.
A propósito, ya que las latas vacías y las cajas de cartón son buenos contribuyentes para los cúmulos de desechos sería encomiable que la Cervecería, la Pepsi, la Coca y Pollo Campero participaran activamente en programas para la limpieza de la basura durante esos eventos que, para ellos significan buenos ingresos económicos.
Habrá que bautizarlo como el proyecto «playas limpias» y que ojalá el nuevo gobierno ponga a funcionar para la próxima Semana Santa.