Movilización internacional contra las FARC


(ARCHIVOS) Composición de cuadros (I) de la franco-colombiana Ingrid Betancourt el 26 de marzo de 2001 en el Tribunal de Justicia de Parí­s. (D) Una fotografí­a reciente tomada en un lugar donde permanece en la selva colombiana retenida por las FARC. Betancourt ha sido la cara internacional de la crisis de los rehenes en el paí­s sudamericano.

Testimonios de cuatro ex rehenes de la guerrilla colombiana de las FARC, liberados esta semana, sobre las malas condiciones de sus compañeros de cautiverio, en especial Ingrid Betancourt, suscitaron una ola de pedidos en América Latina y Europa para buscar una rápida salida al drama.


Una bandera donde se lee:

Los cuatro ex congresistas liberados compararon las condiciones de los rehenes con las de un campo de concentración y revelaron que Betancourt, de nacionalidad colombiana y francesa, se encuentra en muy mal estado fí­sico y emocional y urgieron por su pronta liberación.

«Ingrid está en una situación supremamente difí­cil (…) en unas condiciones infrahumanas, rodeada de personajes que no le han hecho para nada la vida agradable», dijo el jueves el ex congresista Luis Eladio Pérez.

Por su parte la también ex parlamentaria Gloria Polanco aseveró que la situación de la ex candidata presidencial es desesperada.

Tras las noticias sobre la situación de Betancourt, el presidente francés Nicolas Sarkozy urgió a la guerrilla a que la libere y se dijo dispuesto a ir personalmente a buscarla a la frontera entre Venezuela y Colombia.

Además de Pérez y Polanco, las FARC entregaron el miércoles a delegados enviados por el presidente venezolano Hugo Chávez a los también ex congresistas Orlando Beltrán y Jorge Gechem, en las selvas del Guaviare, en el sureste de Colombia.

Tras reunirse con los liberados el mandatario venezolano planteó la posibilidad de crear un grupo de paí­ses amigos, en el cual «se pudiera recibir a un emisario de (el jefe de las FARC Manuel) Marulanda junto con uno de Colombia para comenzar a discutir una liberación de todos los secuestrados».

«Es una idea que está tomando cuerpo», tras afirmar que su iniciativa es apoyada por Brasil, Argentina, Francia, Ecuador, Bolivia, Cuba, Suiza y la Organización de Estados americanos (OEA).

El secretario general del organismo, José Miguel Insulza, declaró que la OEA está dispuesta a participar en cualquier iniciativa en favor de los rehenes.

El presidente colombiano Alvaro Uribe aseguró este viernes que su gobierno «no tiene opinión» sobre la propuesta de Chávez.

En tanto el alto representante de la Unión Europea para la Polí­tica Exterior, Javier Solana, que celebró la liberación, pidió a la guerrilla tomar la misma decisión con Betancourt.

En España, la vicepresidenta Marí­a Teresa Fernández de la Vega, dijo que su gobierno se uní­a al «llamamiento de la comunidad internacional» por la liberación.

En América Latina, las reacciones fueron encabezadas por Brasil, cuyo gobierno expresó su «gran satisfacción» por la liberación y reconoció las decisiones de los presidentes de Colombia y Venezuela, que permitieron la entrega de los cuatro rehenes.

Congresistas colombianos han pedido al presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva, quien mantiene buenos contactos con Uribe y Chávez, intervenir en la superación de la tensión surgida en noviembre entre ambos paí­ses por el tema de los rehenes.

En ese entonces Bogotá suspendió la mediación que el mandatario venezolano realizaba ante las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, marxistas) para buscar el canje del grupo de rehenes -ahora conformado por al menos 39- por 500 de sus prisioneros.

El presidente Uribe acepta el canje pero rechaza la exigencia rebelde de negociar en una zona desmilitarizada de 800 km2 en el suroeste del paí­s.

Los gobiernos de Bolivia, Argentina y Ecuador, que en diciembre junto a Cuba conformaron una delegación para recibir a dos rehenes de las FARC, también se sumaron a los pedidos de un acercamiento.

«Es importante esta liberación que es una muestra de las FARC ante el Estado de Colombia que las soluciones van por el diálogo y no por la represión», dijo el presidente boliviano Evo Morales.

La presidenta argentina Cristina Kirchner dijo que «dados los testimonios que se han obtenido acerca de la salud de Ingrid Betancourt», es necesario «demandar, pedir, rogar una vez más por su liberación».