La entrada del Madrid en el campeonato expuso los mismos problemas de funcionamiento que se observaron en la pretemporada. El rival resaltó las dificultades que deberán afrontar Mourinho y sus jugadores en los próximos meses. La resistencia que ofreció, por inesperada, fue descorazonadora para el Madrid. El Mallorca no sólo vive en pleno proceso de renovación. Está plagado de chicos sin experiencia en Primera y los impagos hacen suponer que la moral del vestuario está carcomida. Se suponía que sería una presa fácil, pero el Madrid no consiguió meterle el zarpazo, para desesperación de los jugadores, que saltaron a la cancha tan espoleados por la urgencia como cuando acabaron la última Liga. Angustiados y tragando el polvo de las ruedas del primero en la carrera del título.
Al Madrid le costó demasiado trabajo mover el balón con criterio. Se ahogó en la gestación de las jugadas. Los jugadores salieron a la cancha buscándose el rastro unos a otros, como exploradores en un matorral. Intentaron coordinar movimientos y se estudiaron más a sí mismos más que al Mallorca. Los pases se sucedían esparcidos, sin demasiado ritmo, y las maniobras se hacían previsibles para la defensa del Mallorca que gozó de un tiempo precioso para anticiparse.
El Madrid exhibió la clase de penurias que caracterizan a los equipos en fase de aprendizaje. Aun así, conservó los arrebatos de agresividad que le impulsaron la temporada pasada. Apenas había arrancado el partido, un intercambio entre Cristiano e Higuaín desembocó en un desborde del argentino, que se metió entre los centrales para quedarse mano a mano con Aouate. El portero solucionó la emergencia achicando espacios.
El Madrid jugó sin referencias claras arriba, con permutas constantes. Higuaín, que partió como delantero centro, se movió por todo el frente de ataque, girando de banda a banda y saltando de carril a carril. En su transcurso lo acompañaron Cristiano y Di María, que viajaron a lo ancho de la pradera, en un intento fatigoso por abrir el campo.
Les costó alcanzar su objetivo porque no consiguieron sincronizar los desmarques con los pases de los centrocampistas. Tampoco encontraron colaboración en los laterales, más pendientes de su marca que de progresar en campo contrario. Cundió el desencuentro. Martí agrandó la herida tapando a Canales. El veterano volante actuó como el guardián personal del media punta, que se desgastó en el combate. Cuando Canales recibió el balón le apretaron sin piedad. Cuando no lo tuvo perdió energía presionando sobre la salida del balón del Mallorca. Cuando fue capaz de distraer a sus hostigadores los primeros beneficiados fueron los atacantes.
En una de esas, Canales armó su zurda y dejó solo a Higuaín con un pase a la espalda de los centrales. Ya calculaba las distancias el delantero, ya preparaba el tiro, cuando Rubén le agarró la camiseta. Higuaín procuró recuperar el equilibrio. De las décimas de retraso se aprovechó Aouate para poner el cuerpo. Se quedó con la pelota pero se llevó un botinazo en la frente. La afición intuyó que su portero se convertiría en el héroe de la noche. El hombre añadió dramatismo a la situación envolviendo su cráneo en una venda paulatinamente ensangrentada.
El transcurso del partido matizó el duelo. Ganó orden el Madrid, adelantó sus líneas, se juntó mejor para recuperar, pero siguió tan escaso de creatividad como al principio y no cerró todas las puertas al Mallorca. Entrich y Castro se fabricaron una ocasión, ante la perplejidad de los centrales. Más claro para definir lo tuvo Víctor, que se topó con Casillas después de una pérdida de Ramos, empeñado en la dura tarea de poner un poco de serenidad a los inicios de las jugadas. Tras el descanso Mourinho sustituyó a Canales y a Di María, dos trescuartistas, hábiles para desequilibrar, y metió a í–zil, el enganche por excelencia, y a Benzema. En el otro banquillo, Laudrup metió a Pina y al fichaje más rumboso del verano, Cavenaghi. Los cambios coincidieron con la aceleración de las jugadas. El partido se concentró en las dos áreas. El Madrid no jugó mejor pero ganó en vértigo. En el fragor de los intercambios se agrandó Aouate.
A sus 33 años, el portero israelí atraviesa un momento dulce. Lo pagó Higuaín que se disponía a mandar la pelota a la red, tras un pase medido de Ramos, desde atrás. Aouate le volvió a dejar sin ángulo. El Madrid estuvo a punto de pagar su falta de acierto en un contragolpe bien dirigido por Ayoze, Cavenaghi y De Guzmán. Faltó poco para que Pina abriera el marcador con un tiro de media distancia que se fue a un palmo de la escuadra. La respuesta del Madrid fue la misma de siempre: Higuaín. Tras recibir un pase de Cristiano el argentino volvió a penetrar al área. Y volvió a encontrarse con Aouate. El estadio emitió un rugido de triunfo. En el palco, Florentino Pérez, el presidente madridista, se apretó las sientes con ambas manos, aplastándose el pelo, desencajado por la tensión.
En el primer partido de la Liga, en su estreno como entrenador del Madrid en competición oficial, José Mourinho le dio el mando a Canales, un chaval de 19 años que hace pocos meses estuvo a un tris de marcharse cedido. í–zil y Khedira, dos de los fichajes de relumbre de esta temporada, se quedaron en el banquillo, mientras que en el cántabro recayó la misión de dar ligereza a la línea de tres cuartos. Un cometido que emprendió prácticamente en solitario, porque, tras él, Xabi Alonso y Lass se entregaron en exclusiva a la tarea de desplegar su carrocería pesada.
Canales fue el único madridista que saltó al campo con el primer toque entre ceja y ceja, y con esa intención se ofreció hasta el desmayo. Pero el balón circulaba a cámara lenta hasta llegar a sus botas. Demasiadas veces recibió de espaldas a la portería contraria. Por momentos le pudo la ansiedad y pecó de imprecisión. Su único aporte serio durante el primer tiempo fue un pase en profundidad para la carrera de Higuaín, que acabó con el delantero colisionando estrepitosamente contra Aouate.
Mientras los médicos vendaban la cabeza del portero del Mallorca tras un choque con Higuaín, Canales conversó con Cristiano, quien le señaló con gestos evidentes hacia la zona interior del campo. En ese momento, Mourinho se las tenía con el cuarto árbitro %u2014en lo que fue una constante durante todo el encuentro%u2014, pero al cabo de unos minutos, el propio técnico portugués ratificó a CR, pidiéndole a gritos que se dejara caer por el centro. Canales no haba dado con la clavija, el Madrid estaba atascado. í–zil ocupó su lugar en el arranque de la segunda mitad. Pero el plan B tampoco resultó: el alemán, con poco físico, no aportó mayor claridad y el equipo blanco acabó por partirse.
Con menos recorrido que Canales, también se fue a la caseta prematuramente Di María. El argentino intercambió las bandas un par de veces con Cristiano, pero no pudo con el marcaje de Ayoze. El Madrid, además, había renunciado a explotar los extremos y se dedicaba a enredar en el embudo en que se convirtió la frontal del área del Mallorca. Tras el partido ante el Peñarol, en que el Di María marcó el gol de la victoria, Mourinho le señaló por primera vez: sin espacios, le cuesta. Ayer no los tuvo.
Por su parte, Carvalho, el otro fichaje en el once titular, resolvió sin mayores problemas las incursiones de los delanteros baleares.
Desde la grada, y con aire despreocupado, siguió el partido Van der Vaart, que se quedó fuera de la lista de convocados y podría comprar un billete a Múnich antes de que se cierre el mercado de fichajes, el próximo día 31. El entrenador del Bayern, Louis Van Gaal, quiere a su compatriota para suplir el vacío que previsiblemente dejará por lesión otro ex madridista, Robben, apartado de los terrenos de juego de forma indefinida.
La afición del Mallorca, que a diferencia de los años anteriores ayer sí llenó el campo, celebró con euforia el punto. Máxime cuando Michael Laudrup, con el club en un proceso de concurso de acreedores, alineó a siete canteranos.
El delantero portugués del Real Madrid, Cristiano Ronaldo, estará de baja unas tres semanas tras haberse lesionado el tobillo derecho el domingo, por lo que se perderá los próximos partidos de su selección en la fase eliminatoria de la Eurocopa-2012, contra Chipre y Noruega.
Cristiano Ronaldo, que fue uno de los mejores jugadores del Real Madrid el domingo frente al Mallorca (0-0) en un encuentro de la liga española de fútbol, recibió un golpe en el tobillo derecho, explicó el club en un parte médico.
El jugador sufrió una «contusión ósea en el maléolo interno y «os tibiale» en su tobillo derecho con un edema post traumático», según el parte difundido por el club.
Por eso «permanecerá de baja por un tiempo estimado de tres semanas aproximadamente, según evolución clínica».
Portugal jugará contra Chipre el próximo viernes y después ante Noruega el 7 de septiembre, dentro del grupo H de las eliminatorias de la Eurocopa-2012.
El delantero se perderá además los dos próximos partidos de la liga española con el Real Madrid así como el encuentro contra el Ajax de Amsterdam en la primera jornada de la Liga de Campeones, el 15 de septiembre.
La lesión de Arjen Robben ha avivado el interés del Bayern por Rafael van der Vaart, que podría salir del Real Madrid en las próximas horas con destino a Múnich si ambos clubes llegan a un acuerdo. Las cifras de las que se hablan rondan los 12 millones de euros por el traspaso.
Mourinho dejó fuera de la lista a Rafael van der Vaart, que tuvo que ver el partido ante el Mallorca desde la grada. Esta situación se pudo deber al interés del Bayern por el holandés que podría acabar en Múnich sustituyendo al lesionado Robben.
Al Real Madrid le sobra ahora un jugador para completar la plantilla de 25 y los tres señalados por Mourinho son Mahamadou Diarra, Royston Drenthe y Van der Vaart. El Madrid sabe que por el único que sacará dinero es por el mediapunta holandés, un futbolista con cierto caché en Europa.