Motivado debate presidencial televisivo


Eduardo_Villatoro

Con desgano me senté frente al aparato receptor de TV la noche del jueves, ya predispuesto a observar otro insulso debate polí­tico con los mismos candidatos presidenciales del lunes anterior. Pero me llevé agradable sorpresa. Al parecer, no son los aspirantes a la Presidencia los inútiles para exponer sus ideas, aunque sea en forma rápida y superficial. Es cuestión del formato y de quienes se encargan de moderar los foros televisivos.

Eduardo Villatoro

 


A partir del criterio de que la mayorí­a de mis pocos lectores escucharon y vieron esa actividad, no entraré en detalles acerca de los argumentos planteados por los presidenciables en torno a las preguntas que les formularon las periodistas Elsie Sierra y Gloria Umaña, porque serí­a tedioso y repetitivo y el espacio no es suficiente para explayarme en los heterogéneos temas abarcados.

Al parecer, el fracaso del debate presidencial del lunes 22 obedeció al rí­gido formato preestablecido y a la mediocre conducción del moderador Jorge Gestoso, incapaz de guiar con firmeza los extraví­os retóricos de los polí­ticos, que aprovechaban cualquier descuido del inerme e indolente periodista extranjero para irse por el atajo que se les antojara.

Los personeros del Canal 3 de la televisión local y de CNN en Español tuvieron el tino de escoger a dos mujeres para que moderaran la reunión, televisada a decenas de paí­ses de habla hispana. Glenda Humaña fue enviada a Guatemala  probablemente con la intención de que le brindara apoyo a la guatemalteca Elsie Sierra. Resultó innecesario. Los papeles se invirtieron, porque fue la directora de Tele Diario la que sobresalió en la función que se les asignó.

Aparentemente, la experiencia de la periodista Sierra en este tipo de actividades se limitaba a entrevistar las noches de los domingos a todos/as los/as candidatos presidenciales, contando como testigos de honor al Rector de la Universidad de San Carlos, al Arzobispo Metropolitano, al Presidente de la Alianza Evangélica de Guatemala y al Procurador de los Derechos Humanos. Quizá estas citas le fueron muy útiles para foguearse con los principales polí­ticos del paí­s, dadas sus investiduras de presidenciables, además de entrevistas un tanto sencillas y hasta frí­volas con personas de poco renombre a mediados de semana en su noticiario.

Lo cierto es que la licenciada Torres -como le dicen sus subalternos- no se amilanó al saber que millones de personas escudriñaban con atención su desenvolvimiento, de igual manera como ocurrí­a con su ocasional compañera Glenda Umaña, con mucho colmillo en esta clase de menesteres en el ámbito internacional.

Pero fue la periodista Sierra quien llevó la batuta, gracias al aplomo con que se enfrentó a sus interlocutores y porque tuvo la prudencia de documentarse ampliamente en torno a todas las facetas de las preguntas formuladas a los invitados, con datos estadí­sticos, antecedentes históricos y otras informaciones relativas al acontecer nacional e internacional. Y, luego, como posiblemente ambas moderadoras lo habí­an previsto, los candidatos interactuaron entre sí­, lo que despertó más el interés del auditorio presente y de los televidentes.

Las  preguntas de Sierra y Umaña fueran puntuales, las respuestas precisas y el  definido el tiempo para los candidatos, también, contribuyendo a que éstos demostraran sus conocimientos y esbozaran con claridad los ejes principales de sus planes de trabajo, de manera cada uno de los aspirantes expuso sus pensamientos con soltura, sobriedad y determinación. Los televidentes arribarí­an a sus propias conclusiones.
(El televidente Romualdo Tishudo no se explica cómo el informativo Tele Diario puede ser tan adocenado en su emisión del mediodí­a, con presentadores  desmañados y contenidos noticiosos chapuceros, contando con una directora eficiente y efectiva).