En un claro reproche a Irán por su apoyo a Siria, el presidente de Egipto Mohamed Morsi afirmó el jueves que el «opresivo» régimen de Bashar Assad ha perdido legitimidad y expuso durante una conferencia internacional en Teherán que el mundo debe apoyar a los rebeldes sirios.
La condena expresada por Morsi —el primer presidente egipcio que visita Irán desde la Revolución Islámica de 1979— puso en evidencia la honda división entre el respaldo incondicional de Irán hacia Assad y el aumento de potencias regionales que apoyan su salida.
También planteó las dificultades de Irán como anfitrión de una reunión de 120 miembros del Movimiento de Países No Alineados, un grupo que data de la Guerra Fría y que Teherán pretende transformar en un bloque poderoso para contrarrestar la influencia de Occidente.
Las autoridades de Irán consideran que el encuentro, que termina el viernes al cabo de una semana de trabajos, muestra que Occidente es incapaz de aislar al país por su programa nuclear.
Sin embargo, se han sido forzadas a soportar críticas agudas del más prominente participante en la reunión, cuando el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, expresó inquietud por la situación de los derechos humanos en Irán y afirmó que era inaceptable la condena iraní a Israel.
El mensaje de Morsi durante la reunión pareció arrinconar más a Irán. De hecho, le exigió a Irán que se sume al consenso cada vez mayor contra Assad, so pena de que se aleje más de Egipto y otros líderes regionales como Turquía y Arabia Saudí.
Morsi ha propuesto que Irán participe en un grupo de contacto de cuatro países que incluiría a Egipto, Turquía y Arabia Saudí para mediar en busca de que termine la crisis en Siria. El titular de la ONU dijo también que Irán tiene una responsabilidad clave en la búsqueda de una solución a la guerra civil en Siria, que según activistas ha dejado al menos 20.000 muertos.
No obstante, Irán no ha dado señales de romper vínculos con Assad y los rebeldes sirios que combaten al régimen rechazan la participación iraní en cualquier gestión de paz.
«El derramamiento de sangre en Siria es responsabilidad de todos nosotros y debemos saber que este derramamiento de sangre no se detendrá sin la interferencia activa de todos», declaró Morsi en el encuentro. «La crisis siria está desangrando nuestros corazones».
«Todos debemos expresar nuestro apoyo pleno a la lucha de quienes exigen libertad y justicia en Siria y traducir nuestra solidaridad en una clara visión política que respalde la transferencia pacífica (de poder) a un sistema democrático», declaró Morsi.
Los delegados sirios en la conferencia abandonaron el recinto durante el discurso de Morsi.
El canciller sirio, Walid Moallem, que encabeza su delegación, acusó a Morsi de interferir en los asuntos internos de su país y de «instigar el derramamiento de sangre» en Siria. Moallem fue citado, sin más detalles, por la televisora estatal Al-Ikhbariya.
Rebeldes derriban avión
Activistas sirios dijeron que los rebeldes derribaron hoy un avión de combate del gobierno en la provincia norteña de Idlib, la segunda ocasión en una semana que los combatientes de la oposición se adjudican el derribo de una aeronave en la cada vez peor guerra civil del país.
Dos grupos activistas, los Comités de Coordinación Local y el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede en Gran Bretaña, aseguraron que el avión fue visto estrellándose cerca de la base aérea de Abu Zuhour. El activista Alaa al-Din, en Idlib, dijo que los rebeldes lo derribaron con ametralladoras pesadas.
Un video transmitido por la estación satelital panárabe Al-Arabiya mostró lo que parecía ser una persona en paracaídas y a los rebeldes festejando y asegurando que se trataba del piloto. No pudo verificarse la autenticidad del video.
El gobierno no había hecho comentarios hasta el momento, y no se pudo confirmar el reporte de manera independiente.
Durante el mes pasado, el régimen del presidente Bashar Assad ha dependido mucho más de los ataques aéreos, incrementando los combates con los rebeldes mientras sus fuerzas por tierra han extendido la batalla en varios frentes, incluyendo las dos ciudades sirias más grandes: Damasco y Aleppo. El ejército ha realizado ataques aéreos en las regiones del norte de Idlib y Aleppo, cerca de la frontera con Turquía, así como en la provincia oriental de Deir el-Zour.
El redoblado uso de la fuerza aérea probablemente es un factor en el alto número de muertes diarias, que según los activistas promedian entre 100 y 250 recientemente.
Esta fue la tercera ocasión este mes en que los rebeldes aseguran haber derribado un aeronave del gobierno.
A principios de semana, los combatientes de oposición dijeron que derribaron un helicóptero en el barrio de Jobar, en Damasco, mientras que el gobierno confirmó que el helicóptero se había estrellado en el área cercana de al-Qaboun. El 13 de agosto los rebeldes aseguraron hacer derribado un avión de combate MiG-23 y haber capturado al piloto en Deir el-Zour. Siria dijo que el piloto se expulsó del avión por una falla técnica en la aeronave.
De ser confirmado lo que aseguran los rebeldes, sería otro golpe al régimen de Assad, que ha tenido problemas para apagar la rebelión en el país incluso a pesar de que su artillería es mucho potente que la de la oposición.
Los activistas calculan que más de 20.000 personas han muerto desde que se inició el levantamiento contra Assad hace más de 17 meses.