Morales afronta masivas protestas en las calles


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El presidente Evo Morales afrontaba hoy multitudinarias protestas callejeras en la peor crisis polí­tica desde enero, tres dí­as después del violento desalojo de indí­genas amazónicos que protestaban por la construcción de una carretera.

Por CARLOS VALDEZ LA PAZ / Agencia AP

La Central Obrera Boliviana (COB), exaliada del gobierno, llamó a una huelga en rechazo a la represión de los indí­genas. El paro era acatado en las principales ciudades y acompañado con masivas marchas, las mayores desde enero cuando el mandatario decretó un aumento en el precio de los combustibles que después derogó ante el rechazo popular.

A diferencia de las ocasiones anteriores, hoy se volcaron a las calles sectores populares que antes apoyaban al mandatario y ahora se muestran desilusionados. Mineros hací­an detonar dinamita a su paso mientras la columna se acercaba al centro de La Paz encabezada por obreros, indí­genas, maestros y universitarios. La policí­a se mantuvo alejada de los manifestantes.

La violenta represión del domingo desencadenó la renuncia de la ministra de Defensa, Cecilia Chacón y del titular de Gobierno, Sacha Llorentí­, además de otros dos funcionarios, en desacuerdo por la forma en que el gobierno manejó la protesta indí­gena.

«Evo era un sí­mbolo muy fuerte para mucha gente, encarnaba principios de justicia, de derechos humanos, pero ahora esa gente está desencantada. Evo ya no expresa esos principios. Eso ha cambiado», dijo a la AP Jim Shultz del Centro para la Democracia, una organización no gubernamental con base en Estados Unidos y Bolivia.

Morales llegó al gobierno en enero de 2006 en medio de una prolongada crisis polí­tica que derrumbó a los partidos tradicionales. En octubre de 2003 murieron en las calles 63 manifestantes y la revuelta popular obligó a dimitir al gobierno derechista de Gonzalo Sánchez de Lozada.

En 2008 desarticuló un supuesto complot de la derecha para derrocarlo, arrasó en las urnas en cinco elecciones y emprendió audaces reformas como la nacionalización de los hidrocarburos y la sanción de una nueva constitución que consagró un «Estado plurinacional» con más poder para las mayorí­as indí­genas.

Pero su popularidad comenzó a mermar al iniciar su segundo perí­odo en enero de 2010 cuando alcanzó 70% de apoyo. En septiembre, en plena crisis por la carretera en la amazonia, su nivel de aprobación cayó a 37%.

El mandatario se tornó desconfiado, arrogante y contradictorio, según analistas. Aunque con frecuencia asegura que gobierna obedeciendo al pueblo, ignoró los reiterados pedidos de los indí­genas que rechazan la construcción de la carretera de 300 kilómetros que atravesará el corazón del Territorio Indí­gena del Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS) para vincular los valles interandinos en el centro con la amazonia en el norte. La reserva es hogar de tres etnias y los nativos temen perder su hábitat.

El lunes anunció la suspensión temporal de la construcción de la ruta y recompuso su gabinete con gente de su entorno a pesar de los pedidos de sectores sociales afines para que diera un golpe de timón.

«Morales está viviendo una situación crí­tica. No creo que vaya a caer porque no hay oposición polí­tica. Continuará más débil mientras la oposición social irá creciendo. Sólo le queda reconstruir su gobierno incorporando las voces crí­ticas de las calles», dijo Shultz.

Las disidencias llegaron al Legislativo, dominado por el partido de gobierno. «El proceso de cambio está herido de muerte y tenemos que salvarlo. No podemos convalidar de manera obsecuente y servil con nuestro silencio y nuestro miedo», dijo el senador oficialista Eduardo Maldonado.

Morales ha atribuido el rechazo popular a la influencia de elementos externos. El martes, cuando tomaba juramento a dos ministros, llamó a los sectores sociales «no ser instrumentos de la derecha que quiere acabar con el proceso de profundas transformaciones estructurales».