Con Monsi -como le llamaban sus amigos, entre ellos Chavela Vargas, María Félix, Lucha Villa, y Juan Gabriel, entre otros- se fue la memoria de México. El cronista por excelencia pero, sobre todo, el amigo que llenaba los espacios de la prensa y tertulias, con sus lecturas, comentarios, anécdotas, y con el recuerdo de sus ensayos o en seminarios, mesas redondas, en las aulas de la UNAM o comidas a las que siempre llegaba tarde con varios amigos, donde no podían faltar aspectos como el relato de historias de la ciudad de México o «la metáfora en busca de mitología», es decir, el luchador: El Santo. Pero también el agudo crítico político, «…la convivencia se está destrozando por esa desigualdad y, sin embargo, hay un avance civilizatorio y esa paradoja no deja de parecerme en primera y última instancia satisfactoria».
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Para hablar de los aportes literarios de Monsivais habría que aprender a escribir por hectárea (ya nadie lo hace) y el espacio no lo permite. Basta señalar entonces el texto Entrada libre. Crónicas de la ciudad que se organiza. Ahí se encuentra lo sucedido con el terremoto que afectó a la ciudad de México. Monsivais se refiere al impacto socioeconómico y político de ese fenómeno, pero destaca la solidaridad de toda la ciudadanía.
Escenas de pudor y liviandad, junto a lo que entonces se expresaba como los chavos punk con su expresión cultural. Asimismo, sus comentarios de La Doña y otras actrices y actores. La contraparte será el análisis de quienes surgieron y se quedaron en el pensamiento de mujeres y hombres de México, como Gloria Trevi, el boxeador Julio César Chávez, y el significado de estar viajando muy apretados o sólo viendo el panorama de los túneles en un vagón del metro. Desde luego, incluye el histórico significado independentista, para espectáculos, desfiles sindicales, eventos musicales u otro del zócalo, en el centro del Distrito Federal.
Monsivais escribió varias biografías. Todas sin el estilo clásico que las caracteriza, por el contrario, colocó en ellas el inseparable humor de sus letras y un sentido entre irónico y serio para describir los hechos del personaje que estudiaba. Este hecho explica la amenidad de su libro Salvador Novo. Lo marginal en el centro, calificada como una crónica bibliográfica, escrita con amenidad para referirse al Premio Nacional de Lingí¼ística y Literatura. Novo fue un dramaturgo, poeta, gran cronista de la ciudad y fundador de la revista Contemporáneos.
El escritor Sergio Pitol, decía que Carlos Monsivais era Mister Memory, para referirse a este hombre que no olvidaba nada, aunque su biblioteca era un desorden donde únicamente él encontraba lo que buscaba. Por eso escribió con orden Aires de familia. Cultura y sociedades en América Latina, donde estudia la existencia de Iberoamérica y No sin nosotros. Los días del terremoto 1985-2005, título que hace referencia al lema lésbico-gay No sin nosotros y a la proclama indígena Nunca más un México sin nosotros. Asimismo, se montaron diversas obras de teatro de su autoría, entre ellas, El Hábito. Víctimas del pecado original. Fue dirigida por Jesusa Rodríguez, quien lo convenció de actuar en dos funciones. Ante este hecho el crítico Fernando de Ita escribió: «A propósito de hazañas, la última de Jesusa es haber logrado que Carlos Monsivais demuestre a la vista del público porqué don Enrique Alonso, Cachirulo, no lo aceptó hace 35 años en su elenco de jóvenes actores, para bien del teatro, de las causas perdidas, los suplementos culturales y las mesas redondas». Así fue Monsivais, uno de los últimos quijotes de la literatura mexicana y su proyección universal.