El hombre más esperado en París este año ha sido sin ninguna duda Claude Monet (1840-1926), el patriarca del impresionismo, cuya retrospectiva en el Grand Palais, que se abre el miércoles próximo, se prepara a recibir a por lo menos medio millón de visitantes.
La expectación creada por la mayor exposición jamás consagrada al «pintor de la felicidad», que concluye a fines de enero, es inmensa: a pocos días de su inauguración, casi 90.000 personas habían reservado su entrada en Internet.
La muestra en el Grand Palais de 175 obras de Monet podría superar el récord de «Picasso et les Maitres» (Picasso y los Maestros»), que fue visitada por casi 800.000 personas.
Para recibir a tantos visitantes y reducir el tiempo de espera del público, -que para la exhibición de Picasso se alargaba, en las últimas semanas, hasta seis horas – el museo parisino ha modificado sus horarios, aumentándolos un 30%.
Y es que el gran maestro de la luz, al que Manet llamaba «el Rafael del agua», es no sólo el artista más popular en el país que lo vio nacer, sino también en Estados Unidos, Gran Bretaña y Japón, donde sus pinturas se han rematado en decenas de millones de dólares, imponiendo récords.
Monet vivió en su vida muchas penurias ya que no vendía sus obras, y contó en algunas cartas a amigos de sus días «sin pan, vino, fuego para la cocina, sin luz».
Incluso en una misiva evocó un intento de suicidio, empujado por la terrible lucha para sobrevivir.
Eso cambió, y tuvo una vejez feliz, vendiendo, jardineando y pintando en su residencia en Giverny, Normandía, esos paisajes llenos de luz, que ahora el Grand Palais ha reproducido en mil y un objeto.
Porque la retrospectiva de Monet constituye también una gran operación comercial, un fenómeno que acompaña desde hace unos años las grandes exposiciones en París, Nueva York y Londres.
Además de catálogos, libros y revistas consagrados el padre del impresionismo, se venderán pañuelos y bolsas impresos con sus armoniosos colores.
Sus amapolas, nenúfares y catedrales, sus vistas de Londres y del Mediterráneo, sus paisajes de la costa normanda, sus retratos de mujeres paseándose frente al mar bajo parasoles, decorarán pisapapeles, prendedores, corbatas, calendarios y toda clase de adornos.
Habrá «velas Monet», que al encenderlas evocan los olores de Giverny, y tarjetas postales y afiches desplegando sus cielos en movimiento, sus aguas apacibles, sus personajes diluidos en el paisaje.
Además de la retrospectiva en el Grand Palais, otro museo parisino, el Marmottan, propietario de la mayor colección de pintura de Monet -136 cuadros- expondrá «Monet, su museo», a partir del 6 de octubre.
La rivalidad entre los dos museos quedó puesta de manifiesto cuando el Marmottan se negó a ceder en préstamo una de sus obras más importantes, cuyo título, «Impression, soleil levant», una vista del puerto del Havre (Normandía) al amanecer, fue usada para bautizar al naciente Impresionismo.