Momentos solemnes de esta noche navideña


Nos encontramos a sólo unas cuantas horas de celebrar con alegrí­a, con fe y profunda meditación, con rezos ante el simbólico arbolito, con tronadores y luminosos actos pirotécnicos, con fraternos, filiales y amistosos abrazos, con votos porque volvamos a estar contentos en otras bellas noches similares y porque reinen la paz, el bienestar y la felicidad en el seno de toda la familia guatemalteca y del mundo, el extraordinario advenimiento de Jesucristo, el Dios hecho hombre en la tierra, hace ya algo más de dos milenios.

Marco Tulio Trejo Paiz

Desde los inicios de diciembre hay manifestaciones de gozo y gran devoción cristiana en nuestra querida Guatemala, como es la tradición. En los hogares y en sitios públicos de los ambientes urbanos y rurales, los cristianos católicos (que son la enorme mayorí­a), significados empresarios y también algunas autoridades nacionales y municipales engalanan esos lugares con vistosos árboles en plazas y paseos iluminándolos con luces multicolores. Y los cohetillos, los «chifladores», las estrellitas, los «buscaniguas», las bombas inofensivas, las posadas, en las que se escuchan pitos, el «ticutututu» de las tortugas, el infaltable tamborileo, el grato olor del incienso y de la manzanilla, constituyen la alegrí­a de la generalidad.

La gente «hormiguea» durante todo este festivo mes, el que, por cierto, es el más expresivo de los principios y valores supremos y eternos de la cristiandad, pues se moviliza en plazas, aceras, calles y otros sitios haciendo compras de artí­culos propios de la época, sobre todo echando mano a los ahorros bancarios o a los que se guardan bajo el colchón, incluidos los del aguinaldo que pagan el gobierno, las municipalidades, los entes «autónomos» y las empresas del sector privado. Son dí­as en los que se ponen en acción los maleantes que vienen haciendo de las suyas y de las de Lucifer contra una sociedad que se siente presa de miedo, de pánico, con deseos de vivir tranquila, con seguridad, tanto en lo personal como en lo patrimonial.

Es del caso mencionar aquí­ que el tiempo del adviento que precede a la fiesta del nacimiento de Jesucristo el 25 del último mes de cada año empiezan cuatro domingos antes de la Navidad, y es el primer dí­a del año eclesiástico. Cuando se introdujo originalmente en el calendario, entre los siglos VI y VIII, duraba solamente ocho dí­as y era un perí­odo de regocijo. Su extensión a cuatro semanas comenzó en el siglo XI. El adviento es ahora perí­odo penitencial, aunque el ayuno no está prescrito como en la Cuaresma.

El histórico acontecimiento de hace veinte siglos y fracción encuentra a los guatemaltecos afrontando serios problemas sociales, económicos, polí­ticos y de otra í­ndole; empero, la fe cristiano-católica de todo un pueblo se mantiene invariable, fortalecida y multiplicándose cada vez más, a pesar del materialismo de unos y de la deslealtad de otros. Se ha dicho que los paganos y los renegados no pueden vivir sin los aguijones de la conciencia y que son susceptibles, también, de sufrir en cualquier momento lo que es indeseable.

Ojalá que en esta solemní­sima ocasión, la familia guatemalteca, pobres y ricos, grandes y chicos, disfrutemos momentos de verdadera alegrí­a, de mucha felicidad en paz y armoní­a y con esperanzas de solucionar, en todo lo posible, los problemas que se afrontan. En especial, hacemos fervientes votos porque los infortunados tengan un futuro promisorio en lo económico y en todo sentido, o sea contando con los satisfactores indispensables en lo personal y en lo familiar.

Felicidades en esta Nochebuena, y elevamos plegarias para que el Año Nuevo a la vez nos depare un clima de bienestar, estimados compatriotas todos. ¡Muchas felicidades, especialmente en lo espiritual! ¡Que así­ sea, Dios mediante!